MARF
Hace algunos años antes de salir de mi país hice un Diplomado en Capacitación para la enseñanza de español como segunda lengua en la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas, Venezuela. Y tuve que cursar un par de materias en las que, básicamente, solo escribía cuentos.
La verdad, no era tan sencillo como suena, pues había un montón de reglas que seguir para contar una historia en 25 líneas con la finalidad de aprender sobre cohesión textual, sintaxis, a resumir, cumplir con la estructura narrativa, lograr un lenguaje claro y conciso, manejar los distintos tipos de narrador, de diálogos, tiempos narrativos y demás.
Pero, además de todo eso, aprender a usar los cuentos como desahogo, crítica, como una herramienta para despertar emociones, reflexionar o aprender algo mediante breves historias reales o fantásticas.
De esas clases aprendí la frase “todo cuento es resultado de su tiempo” que me han visto decir en varias ocasiones pero adaptada al contexto del que les esté hablando (especialmente cuando se trata de manifestaciones del arte) y también un reflejo de la vida de su autor.
Porque, si investigamos un poco, cuentos como El Patito Feo, El Gato con Botas o La Pequeña Cerillera –solo por mencionar algunos de los más famosos– son un ejemplo de ello.
Ser grandes storytellers es una ventaja que podemos desarrollar y usar para educar, entretener y comunicar todo tipo de mensajes que influyan positivamente en el mundo, y si lo hacemos a través de cortos y entretenidos cuentos, estaríamos implementando una efectiva herramienta que no caduca.
Si alguno de ustedes desea involucrase más en este maravilloso mundo literario, un buen inicio sería participar en Pen Tales, una actividad que se realizó en el Media Lab del J. Hood Wright Recreation Center.
Dejen volar su imaginación y vayan con toda la disposición de intercambiar ideas, escribir y editar “en un entorno colaborativo y creativo”. ¡Diviértanse!
