Inmigrantes latinoamericanos protestarán en Cumbre de las Américas en Los Ángeles

Migración

Por primera vez desde su sesión inaugural en 1994, la cumbre tendrá lugar en la nación más rica y poderosa del hemisferio. Pero mucho ha cambiado en las casi tres décadas desde esos días en Miami.

El impulso por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte de 1994, conocido como NAFTA, casi ha desaparecido en ambos lados del Río Grande. China, impulsando su agresiva Iniciativa Cinturón y Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), está amenazando la hegemonía estadounidense en América Latina que data de la Doctrina Monroe. El entonces presidente Trump se saltó la sesión anterior de la cumbre, en 2018 en Lima (Perú), y envió al vicepresidente Mike Pence en su lugar.

Hasta el miércoles, la administración de Joe Biden aún tenía que confirmar la lista oficial de invitados y no estaba claro si Bukele asistiría o se uniría a los mandatarios de Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países que no están invitados por Estados Unidos o están boicoteando el evento. Pero cualquier gobernante que aparezca en el sur de California puede encontrarse en el centro de amargas batallas políticas que pensaron que habían dejado en casa.

Pocas disputas dentro de los círculos de inmigrantes latinoamericanos de Los Ángeles son más feroces que la que enfrenta a los amigos y opositores a Bukele. Los críticos del autócrata amante de bitcoin y que critica a los medios prometieron reunirse el lunes a las 9 a.m. en el Centro de Convenciones.

“La cumbre sería una oportunidad para que el presidente Bukele retome el Estado de derecho, algo que ha atropellado tanto. Y para que reoriente sus esfuerzos hacia la democracia”, dijo uno de los latinos que protestará. “Si no viene, entonces él solo se va a cerrar las puertas, porque va a quedar prácticamente aislado”.

Desde su inicio, la cumbre ha servido como un encuentro para que las naciones del Hemisferio Occidental aborden los desafíos como región, promoviendo el crecimiento económico y la prosperidad “sobre la base de valores democráticos comunes y la promesa de incrementar el comercio para mejorar la calidad de vida de todos los pueblos”, tal como sus objetivos se enmarcan de manera optimista en el sitio web del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Pero pase lo que pase dentro del Centro de Convenciones, hay señales de que la disidencia y la falta de armonía pueden surgir la próxima semana en vecindarios angelinos como Westlake-MacArthur Park, un escenario frecuente para manifestaciones políticas latinoamericanas.

Germán Peña, presidente de Nicaraguan American Opportunity Foundation (NAOF), una entidad formada en 1996 y con sede en el Este de Los Ángeles, dijo que su grupo resucitará y desplegará la próxima semana pancartas de años anteriores que dicen “Rescatemos Nicaragua”.

“Vamos a desempolvarlos”, dijo el nativo de la ciudad nicaragüense de Masaya, un antiguo bastión de la oposición que la ha convertido en blanco de brutales represiones por parte de Daniel Ortega, el exlíder guerrillero de izquierda de Nicaragua y ahora su presidente autocrático.

Peña ha convocado a sus compatriotas a reunirse el martes por la mañana en el Centro de Convenciones para denunciar en ausencia al régimen de Ortega. “Tristemente no va a estar [Ortega]”, dijo Peña. “Somos muchos los que estamos en varias partes del mundo luchando para que se restablezca una democracia en Nicaragua”.

Miguel Tinker Salas, historiador venezolano y profesor de Pomona College en Claremont, dijo que la administración Biden quiere usar la cumbre para reunir apoyo para sus políticas de inmigración, así como para tratar de restaurar el liderazgo económico y político de Estados Unidos. Pero esos esfuerzos podrían fracasar si importantes dignatarios como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, faltan al evento.

“Va a ser una Cumbre de las Américas de nombre nada más”, dijo el académico.

“La postura de López Obrador ha demostrado el quiebre de la hegemonía que Estados Unidos ejercía cuando comenzó la cumbre en 1994”, continuó Tinker Salas. “Ahora es otra América Latina y Estados Unidos no entiende eso todavía. Estados Unidos ya no es el imperio que hace y deshace”.

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Retomando la insistencia de López Obrador de que la cumbre debe estar abierta a Cuba, Venezuela y otras naciones enfrentadas con Estados Unidos, organizaciones pro-inmigrantes y simpatizantes del presidente mexicano se reunirán en Pershing Square el jueves por la mañana para caminar hasta el Centro de Convenciones, donde luego van realizar una protesta en la esquina del bulevar Pico y la calle Figueroa.

Unas 30 organizaciones mexicanas y centroamericanas han confirmado su participación a la manifestación destinada a llamar la atención mundial sobre el fracaso de Estados Unidos de décadas para promulgar una reforma migratoria integral.

Mientras que algunos manifestantes pedirán a Estados Unidos que deje de entrometerse en los asuntos de sus vecinos, otros presionarán para que desempeñe un papel más firme en la promoción de la democracia y los derechos humanos.

Mario Ávila, un sobreviviente de la tortura patrocinada por el gobierno en Guatemala, cree que el presidente Alejandro Giammattei no participará en la cumbre. Pero Ávila espera que los demás participantes de la cumbre presionen al gobierno de Biden para que sancione a los funcionarios guatemaltecos vinculados al crimen organizado y que han saqueado el erario público.

“Estamos en desacuerdo con que Estados Unidos siga apoyando a un gobierno que no respeta los derechos humanos”, dijo el organizador comunitario guatemalteco. “Esta cumbre va a servir para hacer presente nuestra protesta”.

Algunos expertos predijeron que las demostraciones planificadas tendrían poco efecto en la cumbre o sus consecuencias.

“Todo mundo sabe que los medios de comunicación están aquí en Los Ángeles y la habilidad de estos medios de cubrir protestas es mucho más amplia, y tienen mucha más capacidad de difusión, inclusive más que una protesta que se pueda realizar en sus países de origen”, dijo el académico. “Los Ángeles siempre ha jugado ese rol de crítica, protesta y proposiciones alternativa”.

Hinojosa-Ojeda dijo que la cumbre representa un desafío para que Washington inicie otro tipo de diálogo y relación con América Latina, contrario a las condiciones de hace 30 años cuando los “aliados naturales” de Estados Unidos eran las oligarquías y los militares de derecha.

“La única manera en cómo se va a reinsertar el diálogo entre Estados Unidos y América Latina tiene que ser con base en un trato más equitativo”, dijo.

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