El cáncer es, posiblemente, la enfermedad que más miedo da. Su impacto psicológico es tremendo, tanto para quien lo sufre como para sus allegados, y eso a pesar de que muchos afectados se curan o sobreviven a la enfermedad durante décadas.
Lo malo es que cada vez hay más casos, y las previsiones sitúan en 27 millones la cifra de nuevos diagnósticos en 2040. Pero aquí no terminan las malas noticias.
Las cifras hablan por sí solas: en 2020, más de 18 millones de personas recibieron el diagnóstico de cáncer y 10 millones fallecieron por una neoplasia.
Un equipo de investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard ha revisado las cifras del cáncer en el mundo, recogidas en el Observatorio Mundial del Cáncer -Globocan-, y ha encontrado un aumento de casos entre los menores de 50 años, una edad en la que todavía queda mucha vida por delante.
Los autores, liderados por el epidemiólogo Tomotaka Ugai, de la Facultad de Medicina de Harvard y el Hospital Brigham and Women’s, han identificado los 14 tipos de tumores que están aumentando entre las personas más jóvenes: mama, colon y recto, endometrio, esófago, vía biliar extrahepática, vesícula biliar, cabeza y cuello, riñón, hígado, médula ósea, páncreas, próstata, estómago y tiroides.
Y califican de “epidemia de cáncer de inicio temprano” esta situación que “puede ser la punta del iceberg de una tendencia creciente de muchas enfermedades crónicas en las generaciones jóvenes o futuras”, según escriben en su artículo, publicado en Nature Reviews Clinical Oncology.
El trabajo pone de manifiesto que el aumento de la incidencia de cáncer aumenta cada década; así, en 1960 había más tumores que en 1950, aunque el incremento se disparó a partir de 1990.
El grupo de Ugai descubrió que el exposoma -el conjunto de factores a los que una persona está expuesta a lo largo de su vida y que influyen en su salud, en la vida temprana, que incluyen la dieta, el estilo de vida, el peso, las exposiciones ambientales y el microbioma de un individuo- ha cambiado sustancialmente en las últimas décadas.
Así, la dieta y el estilo de vida occidental pueden estar contribuyendo al aumento del cáncer de aparición temprana.
Además, el diagnóstico precoz a través de programas de cribado del cáncertambién puede influir en ese aumento de casos.
Entre los posibles factores de riesgo para el cáncer de aparición temprana se incluyen el consumo de alcohol, la falta de sueño, el tabaquismo, la obesidad y una dieta abundante en alimentos altamente procesados.
“De los 14 tipos de cáncer en aumento que estudiamos, ocho están relacionados con el sistema digestivo. Los alimentos que comemos alimentan los microorganismos en nuestro intestino”, afirma Tomotaka Ugai. “La dieta afecta directamente la composición del microbioma y, eventualmente, estos cambios pueden influir en el riesgo y los resultados de la enfermedad”.
Por otra parte, la obesidad y la falta de actividad física favorecen la aparición de los tumores de mama y endometrio.
En el informe de Harvard se confirma, que a nivel general, el incremento, sobre todo en cáncer de colon y en hígado. Sin embargo, la mayoría de los casos, más del 90%, siguen ocurriendo en personas con edades por encima de los 50 años.
Ante la evidencia de que el estilo de vida occidental está detrás de ese aumento de cáncer, los investigadores de Harvard insisten en la necesidad de que las autoridades sanitarias implementen estrategias para mejorar la dieta desde la infancia, que van desde los impuestos a las bebidas azucaradas a la educación. También abogan por actuar sobre el medioambiente.
Se considera que el factor más importante en el cáncer de aparición temprana es el sobrepeso y obesidad -más de un 15% de nuestros niños son obesos y un 50% de nuestra población tiene sobrepeso u obesidad- y la disminución del ejercicio físico.
Y sobre los tumores ginecológicos, se ha indicado que la edad promedio en la que aparece el cáncer de mama es a los 63 años, y en las jóvenes, por debajo de 40 años, el riesgo aumenta si existe algún tipo de componente genético.
En cierta medida, desmitifica que un tumor de mama sea más agresivo en mujeres jóvenes, lo que sucede es que el 80% de las mujeres menores de 40 años se palpa una masa, y eso suele corresponder a tumores en fases más avanzadas.
Los factores relacionados con el estilo de vida, como son la elevada ingesta calórica, el consumo de alcohol o tabaco, pueden afectar el riesgo de cáncer de mama y, a la vez, todos pueden haber cambiado en nuestra población y, por lo tanto, pueden haber modificado la incidencia del cáncer de mama en los últimos años.
Especialistas señalan a los contaminantes ambientales, que “han ido cambiando con el tiempo, y esa puede ser otra causa de ese aumento de tumores más tempranos, pero la verdad es que hay muy pocas publicaciones al respecto, así que esa puede ser otra posibilidad”.
Sobre el cáncer de endometrio, el también jefe del Servicio de Ginecología del Hospital Regional de Málaga apela a un estudio que mostró que “más del 75% de las mujeres diagnosticadas de cáncer de endometrio son obesas antes de los 25 años (IM por encima de 30). Otros factores que aumentan el peligro de esta neoplasia son tener el primer parto después de los 30 años, las dietas con alto índice glucémico, una alimentación abundante en grasas saturadas y las dietas proinflamatorias.
Por el contrario, la actividad física se asocia con un menor riesgo de cáncer de endometrio.
Lo mejor para prevenir
Para revertir esta tendencia, todos los expertos insisten en adoptar, desde la infancia, un estilo de vida saludable, primando la dieta mediterránea y la actividad física.
La presidenta de SEOM inisiste en que “una exposición precoz a estos factores de riesgo relacionados con el estilo de vida (obesidad, dieta, sedentarismo, consumo de carnes procesadas, bebidas azucaradas, alcohol…) hace que se pongan en marcha los mecanismos de carcinogénesis y el desarrollo de tumores a edades más tempranas de las que se veían hace unas décadas. No podemos olvidar que 1 de cada 3 muertes por cáncer se debe a factores de riesgo evitables y que, por tanto, podemos actuar para reducir ese riesgo”.
La importancia de los programas de cribado, como la detección de cáncer de colon con el test de sangre oculta en heces, una prueba muy barata, de apenas un euro, pero con enormes beneficios. Si el test es positivo, entonces se hace una colonoscopia para comprobar si hay lesiones cancerosas.
De la misma forma, las mamografías de cribado son muy útiles para el cáncer de mama.
Desde hace años, hay voces que piden rebajar la edad de inicio de estos cribados poblacionales (por debajo de los 50 años); sin embargo, delimitar mejor el riesgo individual y no dar chocolate para todos, porque eso, a veces, lleva a la impresión de que algunos programas de prevención no son útiles, ya que estamos mezclando pacientes de alto riesgo con pacientes de riesgo poblacional y por eso, a veces, los estudios no son útiles”
A falta de nuevos estudios que aclaren mejor a qué responde el aumento de tumores en menores de 50, los médicos coinciden en que la prevención, con dieta sana y ejercicio físico desde niños, es el mejor escudo anticáncer.