Anécdotas de Daniela

Columnistas
Ramón Velásquez Gil.

Ciertamente, mi hija Daniela, casi desde que nació, siempre ha tenido una actitud muy positiva ante la vida, tanto que muchos episodios de su vida creo que son dignos de contarlos. Y son tantas anécdotas que solo me referiré a algunas que me vienen a la memoria.

Cuando Dani tenía unos ocho meses de nacida fuimos a las fiestas de la patrona de El Calvario, un pueblito llanero del Estado Guarico, Venezuela, donde teníamos una finquita y a donde íbamos todos los meses.

En ese entonces, y como es costumbre en todas las fiestas patronales de los pueblos, hacen ferias y competencias de todo tipo.

Una de esas competencias, fue algo que no habíamos visto nunca; se trataba de una carrera de bebés de entre ocho meses y un año de edad, ”gateando”.

Daniela, con sus ocho meses de edad, compitió en dicha carrera la cual era de unos Diez metros de distancia. Bueno, ya se podrán imaginar.

Daniela, por supuesto, quien en la misma arrancada alcanzó una velocidad alucinante, les sacó unos cinco metros de ventaja a los demás bebés participantes, ganando así dicha carrera.

Desde temprana edad, Daniela, al igual que Carlos, aprendió a nadar en los ríos llaneros a donde siempre, por lo menos seis veces al año, ibamos de pesca y campamento.

En uno de esos viajes, fuimos a un hermoso lugar llamado Pozo Azul. Era un pozo de aguas cristalinas, el cual se trataba del nacimiento de un río en plena sabana a unos cinco metros bajo el nivel del suelo y donde el agua salía del centro de la tierra y comenzaba a correr por su cause.

Al llegar, lo primero que hice fue bajar al pozo a verificar la profundidad del mismo, advirtiendo a todos de que no se lanzaran al agua todavía, hasta saber la profundidad del mismo.

Y, cuando me encontraba verificando con una vara, cuan profundo era él, veo al reflejo del agua, una sombra que viene en el aire a gran velocidad.

Bueno, se trataba de Daniela que sin esperar aviso, se lanzó al agua desde cinco metros de altura en perfecto clavado.

A Dios gracias, el pozo era bastante profundo y no hubo nada que lamentar. Después de ella, se lanzaron todos los demás.

Tiempo después, ya estudiando Daniela en la universidad Humboldt, en la ciudad de Caracas, yo la llevaba todos los días de madrugada hasta el terminal de pasajeros para tomar el autobús hasta dicha universidad. Yo me regresaba a la casa, preocupado pues siempre había una larga cola de gente esperando el bus.

Un día le pregunté cómo hacía para lograr abordar el autobús. Me respondió:

– Papá, yo soy la primera que me subo pues cuando el bus llega, los choferes ya me conocen y creo que como me ven joven, ”vulnerable” y estudiante, me mandan a pasar de primera. Y nadie en la cola se molesta.

Y es que ciertamente, ella siempre fue flaquita, ágil y decidida para todo.

Pasado un tiempo, organicé un viaje de pesca al Embalse de Camatagua. Yo con mi lancha y un amigo de la familia quien llevaría la suya, una lancha Straker de pesca muy equipada con instrumentos modernos.

Este amigo fue con otro muchacho quien siempre nos acompañaba como guatanero (ayudante) y Daniela fue conmigo.

Ya en el embalse y cuando teníamos rato navegando, el amigo nuestro quizo manejar mi lancha la cual era con comando (timón) atrás en el motor. Entonces cambiamos de lancha y Dani se quedó con él en la mía.

Yo confiaba en que él sabría manejar mi lancha la cual era más ordinaria que la suya, pero no. Cuando íbamos navegando a gran velocidad, a este se le ocurrió soltar el mando (timón) del motor. Bueno, esto no se puede hacer; la lancha hizo un brusco giro que los lanzó por el aire bien altos y gracias a Dios cayeron bien lejos pues el motor quedó prendido y la lancha a toda velocidad, navegando sola en un círculo de unos veinte metros.

Yo, que iba navegando a cierta distancia detrás de ellos, cuando los vi volar por el aire me asusté y en seguida me acerqué donde ellos flotaban.

El amigo estaba bien asustado y Dani, bien tranquila, nadando solo con las piernas, no se de donde saco el teléfono y con el mismo, estaba grabando y narrando todo lo que estaba sucediendo en el momento.

Yo, viendo ya que todos estaba bien, me acerqué a mi lancha que navegaba en círculos y el muchacho ayudante, de un salto pudo colgarse por un costado, subirse a la misma y apagar el motor.

Tengo guardado en el teléfono ese video y  a quien desee verlo, me lo haga saber y se lo hago llegar por WhatsApp.

En el año 2012, tenía Dani un mes y medio estudiando Inglés en la ciudad de Vancouver, Canada, cuando llegó el mes de diciembre de ese año.

Los canadienses son gente tranquila pero en la ciudad de Vancouver tienen una fiesta o costumbre todos los primero de enero de cada año, en el cual ellos celebran la festividad llamada “Polar Bear Swim”, que consiste en que toda la ciudad se va a las playas de la bahía de Englis en el  Stanley Park, cuyas aguas se encuentran  semi congeladas en esa fecha, y todos se bañan en dichas playas.

Bueno, Daniela no quizo quedarse atrás, se puso su traje de baño, se emperifolló, agarró nuestra gloriosa bandera patria y se fue a la bahía.

El clima estaba a cero grados y el agua a temperatura de congelación. Sin embargo, Dani se quedó en traje de baño como todo el mundo, solo que ellos estaban acostumbrados a tal clima y Daniela no.

Ella se echó nuestra bandera sobre los hombros para sentir el gentilicio de nuestra patria y también para taparse un poco el frío invernal.

Tanto Daniela como nuestra bandera llamaron la atención de las cámaras que grababan y cubrían el acto y es así como fue enfocada en cuatro tomas diferentes, incluso cuando ya estaba en el agua semi congelada.

Como cosa de los venezolanos, Dani vio entre el público a otra muchacha con la bandera de Venezuela y cómo es natural, en seguida se juntaron y Daniela la animó a que se pusiera también el traje de baño, nunca se habían visto y fue en ese momento que se conocieron.

Esa muchacha es hoy día comadre y mejor amiga..de Daniela. Ambas son vecinas ahora en la ciudad de Toronto, ya ciudadanas canadienses pero representando siempre a nuestra amada patria Venezuela.

En otra oportunidad, comentaré la anécdota de cuando en el pueblo de Whistle, Canada, lugar donde se celebraron las olimpiadas de invierno en el 2010, Dani se estrelló contra un pino, conduciendo una motonieve a gran velocidad y tuvo que ser rescatada en helicóptero.

Hoy día Daniela está felizmente casada con un muchacho de la ciudad de Valera, Estado Trujillo, Venezuela, a quien conoció también estudiando inglés en Vancouver. Dani acaba de tener una niña, mi primera nieta, la cual nació en dicha ciudad de Toronto, y que lleva por nombre Vienna. Quizás salga con la misma inteligencia e ímpetu que su madre.

Amén.

Saludos