Biblioteca Pública de New York es un lugar que se debe visitar, debe

El rinconcito newyorquino

MARF

Siempre he pensado que los libros, por más oscuro o controversial que sea su contenido, son la mejor fuente de conocimiento porque recogen y resguardan una muestra de su tiempo que inevitablemente se convierte en historia; no importa si son novelas románticas, poemas, diccionarios o simples libros de chistes, cada uno sirve como retrato de una época para avanzar a otra mejor.

Todos merecen ser leídos, comprendidos, compartidos y cuidados, especialmente por quienes les dan el valor que merecen.

Es por eso que cuando supe que varios estados de este país estaban prohibiendo algunos libros porque no simpatizan o directamente detestan los temas que tocan, naturalmente me enfurecí.

Recuerdo haber pensado: “¿pero qué es esto, el siglo XIV?”.

Es insólito que en este siglo todavía exista gente que pretenda censurar a quienes hablen de raza, religión o la comunidad LGBTIQ+, cuando cada vez se abren más debates en torno a estos temas para entenderlos mejor y respetar, criticar o cambiar lo que sea necesario para evolucionar como sociedad.

Afortunadamente, para combatir este problema la Biblioteca Pública de New York permitió que, durante este mes, los lectores en todo EE.UU. utilizaran su gran plataforma de libros digitales, Simply E, para acceder gratuitamente a todos los “libros prohibidos” y los que no lo son, gracias a un programa llamado Libros para todos.

He visto que cada vez más personas se han sumado a la defensa del derecho a la información, denunciando este hecho considerado como “un ataque total a los cimientos mismos de nuestra democracia”, tal como lo expresó Anthony W. Marx, presidente de la Biblioteca Pública de New York.

Quitar libros de las estanterías es simplemente inaceptable y siempre sostendré la idea de que, al hacer eso, atentan contra uno de mis principales derechos.

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