El exquisito sabor de un aeropuerto

Columnistas

Ramón Velásquez GIl

Ciertamente, el ambiente, la actividad y hasta el aroma de los aeropuertos es algo fuera de serie; se pude decir que es olor a mundo. Cuando uno entra a un aeropuerto, enseguida se siente esa agradable sensación de formar parte del mundo; de formar parte de la comunidad internacional.

Creo que para mucha gente, al igual que a mi, los aeropuertos huelen igual; se siente ese exquisito aroma a ropa nueva, a maletas de viajero, a perfumes de marca y que sé yo cuántos finos aromas más que se conjugan para dar ese clásico y suis generis olor a aeropuerto.  

La verdad, un aeropuerto es un mundo aparte que, en algunas ocasiones se hace uso de él para viajar, para despedir o para recibir a algún familiar o amigo.

Quizás por lo efímero del paso de uno por un aeropuerto, lo cual nunca da tiempo de disfrutarlo a gusto, es por lo que siempre queda ese grato recuerdo de su paso.

Aunque en algunos casos y por eventos sobrevenidos, tiene uno que estar más tiempo del necesario.

El clima, una retraso en la llegada a tomar el vuelo, un error humano y hasta una avería, te pueden hacer disfrutar un poco más de tiempo en el aeropuerto.

Si, se requiere de un poco de tiempo para disfrutar de todos los excelentes servicios de restaurantes, tiendas, barras, souvenirs y del infaltable Duty free.

A mi familia y a mi nos tocó pasar doce horas en el aeropuerto de Vancouver, Canadá, por error en la pronunciación de mi apellido, por parte de la mujer que anunciaba el cambio de puerta que se presentó, para el abordaje.  Bueno, realmente mi familia se desesperó un poco pero yo disfruté esas horas extras. 

También han ocurrido casos extraordinarios de permanencia de personas en un aeropuerto.

Como ejemplo,  tenemos el caso de Mehran Karimi, un político Iraní expulsado de Irán que llegó al aeropuerto Charles De Gaulle de Paris.

Esta persona arribó a ese aeropuerto Francés buscando refugio, pero por normas burocráticas no se le dejó entrar a Francia. De repente, este señor se encontró en una situación en la cual no podía entrar a Francia ni regresar a Irán.

Pasó entonces dieciocho años viviendo dentro del aeropuerto, en ese pequeño sector que es “tierra de nadie”, sobreviviendo  de la ayuda de los viajeros frecuentes que se hicieron sus amigos y durmiendo en los bancos de espera.

Se hizo muy famoso en esa época (años ochenta al dos mil seis) y hasta una película se realizó sobre su drama. 

El final increíble de este largo episodio fue, que después de dieciocho años, cuando por fin le fue otorgada una visa para entrar a Francia, no quizo salir del aeropuerto y tuvo que ser desalojado e introducido a Francia a la fuerza.

Desde los años sesenta, los aeropuertos pasaron a formar parte muy importante del trajinar viajero internacional, desplazando a los puertos marítimos en esto de transportar gente. Tanto, que se han hecho muchas películas basadas en los aeropuertos.

Hubo una buenísima y extraordinaria película filmada en el año mil novecientos detenta, titulada con la sola palabra: Aeropuerto y cuyo soundtrack resultó una inolvidable melodía que bailábamos mucho los muchachos de ese entonces. Compuesta por el gran maestro musical Vincent Bell, la cual los invito a escuchar.

Eso sí, ninguno como nuestro humilde y hermoso aeropuerto de Maiquetia el cual es el único con un olor especial, el único con olor a nuestra amada patria.

Saludos