La vida es increíble

Columnistas

Juan Eduardo Fernández “Juanette”

Dicen que la ansiedad es un problema, pero algunas veces puede traer cosas positivas, al menos fue lo que me ocurrió a mí la semana pasada cuando llegué una hora antes al espectáculo Stand Up ilustrado, que ofrecieron los artistas Ricardo Liniers Siri y Alberto Montt.

Pero antes de contarles cómo fue que terminé en el camarín del teatro “La Trastienda” de Buenos Aires, hablando con estos dos grandes personajes, primero les voy a contar detalladamente quiénes son Ricardo Liniers Siri y Alberto Montt.

Ricardo Liniers Siri es un historietista, ilustrador y editor argentino. Aunque dibuja desde niño, su carrera despegó en 1999, cuando comenzó a publicar su tira Bonjour en el suplemento NO! del diario Página 12. En el 2002, publica por primera vez “Macanudo” otra tira cómica que le trajo mucha fama. 

En Macanudo, Liniers se representa a sí mismo como un conejo, y normalmente es acompañado por una serie de personaje como Enriqueta y su gato Fellini, Martincito, Olga y Alfio entre otros. Con una trayectoria prolífica, este artista ha ilustrado siete veces la porta de la conocida revista The New Yorker, además obtuvo el prestigioso premio Eisner, conocido como “El Oscar de los historietistas” 

En el caso de Alberto Montt, es un ilustrador, diseñador gráfico y artista nacido en ecuatoriano-chileno. Alberto es conocido por sus viñetas “Dosis diarias” que publica desde 2006. Paralelamente y desde 2001, ha publicado los libros Para ver y no creer, En dosis diarias, Ansiedad, y Mitos y leyendas de los mundiales, entre otros. Fue nominado a un premio Altazor y obtuvo en 2011 el premio The Bobs, que otorga la Deustche Welle al mejor Weblog por “Dosis Diaria”. 

Y ahora que ya les conocen, volvamos a mi historia: ¿Cómo terminé en el camarín con Liniers y Montt? Gracias a la ansiedad, y no me refiero al libro de Montt, sino a que realmente soy muy ansioso. Resulta que en el boleto que compre para ir al show de este par decía que el espectáculo arrancaba a las 20:30. ¿Adivinen quien llegó a las 18:30? Exactamente, yo. 

Pero por suerte no estaba solo, pues Griselda y su esposo, quienes no por casualidad, los presidentes del club de fans de Liniers también llegaron incluso, más temprano que yo. Cuando me vieron llegar con un libro de Macanudo en la mano, obviamente sabían que estaba en ese lugar por la misa razón que ellos, así que desde el minuto uno nos hicimos amigos. 

Mientras conversábamos se nos acercó Liniers y nos dijo “Che, llegaron algo temprano ¿no?” y luego de soltar una carcajada se quedó compartiendo con nosotros un rato. A los pocos minutos llegó Alberto Montt, nos saludó y también entró al teatro. 

Pasaron tal vez unos 15 o 20 minutos, cuando nos hicieron pasar al camarín, donde Liniers y Montt demostraron su sencillez y buena onda. Al principio de la conversación les conté que era venezolano (por si mi acento no me delató todavía), comediante y que vivía hace muchos años en Buenos Aires. 

Comenzamos hablando de música, luego con Liniers recordamos su primer concierto junto a Kevin Johansen en Caracas, donde me habló de lo difícil que fue presentarse en “ese teatro que tiene una viga en el medio” (La sala Bod, que entonces se llamaba CorpBanca). Al poco tiempo ya estábamos todos en confianza. 

Hice maromas para no verme como un fanático más y le pedí a Liniers que me firmara mi Macanudo. Me dio vergüenza no tener un libro de Montt para que me lo firmara, así que le dije: “Tu trabajo lo veo por Instagram”, a lo que Alberto contestó “Bueno dame tu celular un minuto”, se lo entregué y me dibujó en el estuche una ilustración.

Poco después entraron unas 30 personas al meet and greet, y cuando hice el amague para marcharme del camarín, me dijeron que me quedara, así que mientras seguían firmando libros y haciendo ilustraciones a los asistentes, seguimos hablando y compartiendo con la gente. 

Ya faltando cinco minutos para el show, subimos y nos acomodamos en nuestros asientos y disfrutamos de dos horas de pura genialidad de Alberto y Liniers,  donde alternaban entre el Stand Up y la ilustración.  

Sin duda fue una noche maravillosa, otro regalo que me hace no solo la comedia sino la ansiedad. Pero ¿Por qué titulé esta columna como La vida es increíble? No solo porque en efecto lo es, también porque es el nombre del podcast que crearon Montt y Liniers. 

Hasta la semana que viene.