Ramon Velasquez Gil
Ciertamente existe un dicho que establece ¡De los apuros solo queda el cansancio! Pero aparte del cansancio, pueden haber otras secuelas del andar o proceder con apuros. Una de estas consecuencias es aquello de que el tiempo pareciere duplicar su velocidad.
Si uno anda apurado en el tráfico, le parecerá que todos los semáforos lo detendrán en rojo; lo contrario a cuando se anda tranquilo y sin estrés.
Ahora bien, el apuro también es parte del carácter de algunas personas que nacen con esta particularidad. Las personas con esta condición, son así para todo lo que hacen en la vida; es una condición natural.
A alguien con esta característica, de seguro los frenos del carro le duran la mitad del tiempo de lo normal. Y el factor riesgo también esta allí, presente.
Se ha establecido que si uno viaja a una ciudad, que se encuentra a una hora de distancia, la diferencia entre ir a ochenta kilómetros por hora o a ciento veinte, son solo diez minutos; pero el riesgo se triplica al viajar a una velocidad de ciento veinte kilómetros.
Y si es que va de visita a la familia o amistades, esos diez minutos de diferencia, de seguro se le van en saludar cuando llega; obviamente y tomando en cuenta cómo somos los latinos para saludar.
Sin embargo, algunas veces y porque el asunto lo requiere, hay que apurarse un poquito; pero solo cuando se es necesario, de lo contrario, es mejor no andar a la carrera.
Para todo es bueno tener un método de conducta; uno tarda un poco mas en llegar a viejo o por lo menos en parecerlo.
En fin, es mejor pensar un instante antes de proceder; eso ayuda a pre calcular tiempo y resultado. Hoy me levanté tarde, por lo cual no pude comentar nada mejor, por el apuro.
Saludos.