Inyecciones adelgazantes . ¿Son realmente adecuadas?

Salud

En los últimos meses las inyecciones adelgazantes han empezado a resonar entre la población y los medios de comunicación. Estas inyecciones, son subcutáneas y son utilizadas, sobre todo, para el tratamiento de enfermedades como la diabetes tipo 2.

Asimismo, uno de sus efectos secundarios ,es la pérdida de peso según en qué personas y características que presenten. Por todo ello, estos medicamentos se han convertido en un objeto de deseo para muchos.

Por otro lado, la obesidad en España es un problema de salud pública que va en aumento desde los últimos años. Ello significa que existe un número elevado de personas con sobrepeso y obesidad en búsqueda de la disminución de peso, y, es por ello, que estos tratamientos están creando tanta tendencia.

Lo que ocurre, es que estos pueden ayudar a disminuir la sensación de hambre y ralentizar el vaciamiento gástrico, favoreciendo así, la sensación de saciedad. No obstante, estos medicamentos requieren de prescripción médica. Suele recomendarse , sobre todo, a pacientes que, aparte de obesidad y diabetes, presenten otras patologías asociadas, como tensión alta, alteraciones lipídicas o patologías respiratorias (apnea del sueño).

Por otra parte, existe un gran perfil de personas que intentan comprar este fármaco de forma ilegal. En cambio, estos no cumplen con los requisitos para que se lo pueda prescribir un médico y buscan este sin tener en cuenta el riesgo que puede poner para su salud.

¿Cuál es el mecanismo de este tipo de tratamientos?

Estos medicamentos son análogos de la GLP-1, es decir, funcionan como la hormona GLP-1. Esta se encarga de regular los niveles de la insulina y el glucagón (hormonas implicadas en el control de la glucosa) en el tracto intestinal cuando ingerimos comida.

Lo que ocurre, es que esta es capaz de aumentar los niveles de insulina y disminuir los de glucagón, lo cual, genera una disminución de los niveles de azúcar en sangre. Además, retrasa el vaciamiento gástrico y ayuda a obtener una mayor sensación de saciedad.

De todos los medicamentos análogos de la GLP-1 comercializados, solo la liraglutida ha conseguido la autorización de la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) para el tratamiento de la obesidad y el sobrepeso. Sin embargo, estos tratamientos deben ir acompañados de una terapia complementaria: alimentación equilibrada, ejercicio físico e instauración de hábitos de vida saludables.

Tiempo de uso Su uso está indicando en un rango de 6 a 12 meses, aunque tiene que tenerse en cuenta la adherencia al tratamiento y la evolución de este, pudiendo interrumpirse en el caso de que no sea efectivo. Inconvenientes de estos medicamentos En función de cada persona y al igual que otros medicamentos, estos pueden producir lo siguiente:

  • Problemas gastrointestinales. Estos pueden ser: Nauseas, vómitos, diarrea, sensación de pesadez, estreñimiento, gastritis, reflujo gastroesofágico o flatulencias. Sin embargo, estos se van desapareciendo según van pasado los días.
  • Dolor de cabeza.
  • Alteración en el sentido del gusto.
  • Cansancio, debilidad, mareos.
  • Cálculos biliares.
  • En menor medida puede generar: deshidratación, malestar, reacciones alérgicas.
  • No está indicado para personas con riesgo de sufrir insuficiencias cardiacas graves.
  • No hay suficiente evidencia científica para personas que padecen patologías de riñón o hígado.
  • Deben usarse como apoyo para la pérdida de peso, es decir, como una herramienta para esto, pero si no se modifica o incide en el problema principal, este va a persistir una vez finalizado el tratamiento.
  • No está financiado por el Sistema Nacional de Salud, por lo que su precio es elevado.

Además, si estos fármacos se utilizan sin la revisión de un médico especialista, puede haber una mayor incidencia de eventos adversos.

Inyecciones y efecto rebote

Como ya se ha comentado, este tratamiento debe ir de la mano de una modificación del estilo de vida de una persona, de lo contrario, el efecto rebote puede aparecer. Por ello, es importante que esto se recalque en cada paciente. Cuando se interrumpe este tratamiento, hay una mayor sensación de apetito, si a esto le sumamos problemas emocionales y condiciones de estrés, puede derivar en una mayor ansiedad por la comida y aparecer el famoso “efecto rebote”.

Además, la diabetes tipo 2 y la obesidad, son enfermedades multifactoriales en las que se debería barajar otros posibles tratamientos, en vez de este, como primera opción. Si fuera tan fácil como parece, este problema de salud pública al que no enfrentamos en España, llamado obesidad, no existiría.

Por todo ello, se recalca la importancia de ser supervisado bajo un médico especialista a un nutricionista. Por último, comentar que estos tratamientos se tratan de soluciones o herramientas temporales y es muy importante educar a la población explicando las características y particularidades que tienen. Además, sería interesante fomentar la importancia de generar más políticas de prevención de sobrepeso y obesidad en la sociedad española.