Tanto los expertos como los observadores coinciden ampliamente en que el sistema de salud estadounidense es uno de los más desiguales entre las naciones desarrolladas.
Esta desigualdad la sienten particularmente los estadounidenses que experimentan una falta de acceso a instalaciones médicas y a tratamiento en general.
Millones de estadounidenses enfrentan desafíos físicos derivados de la obesidad, así como sus graves complicaciones de salud en su día a día. Además, quienes viven con obesidad enfrentan discriminación, estigma social y obstáculos financieros.
Estas cargas recaen desproporcionadamente sobre los hombros de las comunidades negras y latinas que carecen de acceso a tratamientos de calidad.
Cada vez hay más pruebas que demuestran que contamos con herramientas para abordar la obesidad y sus enfermedades relacionadas, como enfermedades cardíacas, ataques cardíacos, diabetes y accidentes cerebrovasculares.
Si bien la FDA ha aprobado OMA (medicamentos antiobesidad) para combatir la obesidad, las políticas no han seguido el ritmo y están dejando atrás a las comunidades de color y a los estadounidenses de bajos ingresos.
Los números son crudos. Sobre El 20% de los adultos son obesos en todos los estados y territorios, y estas cifras se disparan dentro de las comunidades de color. En 49 estados, 2 territorios y el Distrito de Columbia, más de El 30% de los adultos hispanos en 27 estados luchan contra la obesidad.
Las estadísticas que rodean a los adultos negros son aún más asombrosas. Entre negros solo los adultos, más del 35% también padecen obesidad en 48 estados y el Distrito de Columbia.
Debido a que estas desigualdades sistémicas en la atención médica continúan impactando desproporcionadamente a las comunidades de color, estas poblaciones siguen siendo vulnerables a varias enfermedades relacionadas con la obesidad.
En comparación con sus homólogos blancos, los afroamericanos exhiben una Un 77% más de probabilidad de que le diagnostiquen diabetes y los latinoamericanos enfrentan una disparidad de 66%.
Estas cifras sólo enfatizan la necesidad de tomar medidas rápidas para abordar esta crisis en las comunidades de color..
Las políticas obsoletas también profundizan estas disparidades en salud al prohibir el acceso a tratamientos asequibles. Esto afecta gravemente a las personas mayores, que dependen de Medicare para sus necesidades sanitarias esenciales de forma más profunda que otros grupos vulnerables.
Se debe aprobar legislación para reconocer la obesidad y tratarla como una enfermedad con la misma urgencia que otras afecciones potencialmente mortales.
El la postura actual sobre la cobertura de Medicare excluye las OMA seguras aprobadas por la FDA diseñadas únicamente para reducir y combatir la obesidad.
Esto sólo crea obstáculos para brindar atención a las poblaciones vulnerables. Afrontar adecuadamente la epidemia de obesidad requiere un enfoque dinámico, multifacético y directo. El primer paso, que también es el más fácil y rentable, es ampliar el acceso a las OMA.
Esto no sólo ayudaría a combatir la obesidad en sí, sino que también reduciría las tasas de enfermedades relacionadas con la obesidad. Los líderes del Congreso deben colaborar urgentemente con la administración para actualizar las políticas de cobertura de Medicare, ya que garantizaría la accesibilidad de estos medicamentos que salvan vidas a través de la Parte D de Medicare.