Megalópolis: Cuando el cine no tiene precio

Columnistas
Juan Eduardo Fernández “Juanette”

El pasado 16 de mayo Francis Ford Coppola desfiló nuevamente por la alfombra roja del festival de Cannes, como lo hiciera en el año 1979 cuando ganó La Palma de Oro por Apocalypse Now. Esta vez, el laureado director de El Padrino, presentó la que podría ser su última película Megalópolis. 

En mi opinión la historia de cómo se gestó Megalópolis es tan interesante como la trama en sí misma, pues este proyecto que finalmente se estrenó en la edición 77 del festival francés, comenzó en la cabeza de Coppola hace cuarenta años.

Tuvo sus idas y vueltas con los grandes estudios, buscó financiamiento privado, pero el proyecto era tan complejo que nadie quería embarcarse en una película tan ambiciosa. Fue por eso que Coppola vendió algunas propiedades, incluyendo su famoso viñedo, para recaudar los 120 millones de dólares que finalmente costó la producción. 

La trama de Megalópolis está inspirada en el intento de golpe de Estado de Lucio Sergio Catilina contra el emperador romano Cicerón en el año 63 AC. De hecho, el protagonista de la cinta se llama César Catilina (Adam Driver), y el antagonista es el alcalde Franklyn Cicero (Giancarlo Esposito).

En Megalópolis se narra la historia del arquitecto César Catilina y su afán por modernizar la ciudad de “New Rome” (una especia de Nueva York futurista), mientras lidia con el Alcalde Cicero, quien querrá detener a toda costa a Catilina, para mantener el control del lugar. 

¿Qué dice la crítica?

Si Megalópolis fuese una pelea de boxeo estaríamos frente a una decisión dividida, pues mientras unos la amaron y dijeron que se trataba de una genialidad, otros por su parte dijeron que fue un fracaso. De hecho, al terminar el estreno, que se celebró en la sala principal del Grand Theatre Lumiere se escucharon algunos abucheos, que cambiaron por aplausos cuando apareció en la pantalla una imagen de Eleanor Coppola, esposa del director, quien falleció en abril de este año.  

Lo que se vio en la sala de cine el día del estreno se trasladó también a la crítica especializada. Por ejemplo, The Guardian calificó a Megalópolis como “megainflado y megaaburrido”. Por su parte el Times de Londres la reseñó como “una abominación que destroza la cabeza”. 

Sin embargo, otros medios como New York Magazine o IndieWirte: Elogiaron la película como “una genialidad que desafía lo establecido, y cuenta con un enfoque creativamente desatado”. 

La lección de Francis Ford Coppola 

Pero no sólo el estreno de Megalópolis dio de que hablar a los medios de todo el mundo, pues la respuesta del director a las críticas ocupó los titulares y se hicieron virales. Acerca de por qué financió de su bolsillo la película Coppola expresó:

“El dinero no importa. Mis hijos, sin excepción, tienen maravillosas carreras sin necesidad de una fortuna. Lo importante son los amigos. Un amigo nunca te defraudará. El dinero se puede evaporar”.

Acerca de las críticas que atacaron a Megalópolis el director agregó: 

“Hay tanta gente que cuando muere dice: ‘Ojalá hubiera hecho esto’. Cuando yo muera, podré decir ‘Hice esto, y vi a mi hija ganar un Oscar, y he hecho vino, y logré hacer todas las películas que quería ‘. Voy a estar tan ocupado pensando en lo que logré, que cuando muera, ni me daré cuenta”.

Más allá de lo que se diga de la película y del desastre comercial que pueda llegar a ser. Con Megalópolis Francis Ford Coppola no dio una lección de cine, sino de la verdadera esencia de la vida: 

Hacer lo que te hace realmente feliz no tiene precio.