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Salud

Es más que un clisé que a nadie le gusta enfermarse, sin embargo, todos, en un momento u otro, lo padecemos. Es ley de vida. Lo único ‘bueno’ que tienen los problemas de salud es que hacen recordar lo bien que estamos cuando uno se siente sanos. Algunos son temporales y (en la mayor parte de los casos) solo bastante incómodos, como un pequeño resfriado.

Otros, en cambio, comprometen seriamente la vida y para librarse de ellos puede ser un acto heroico o, directamente, imposible.

Los hay también que, aunque no ponen en peligro nuestra vida, sí que son de lo más serios, pues impiden el desarrollo de nuestras actividades cada día más, condenando a una degeneración continua. Una de las enfermedades más famosas que cumple esta descripción es la artritis reumatoide.

¿Qué es?

Se trata de la inflamación o degeneración de una o más articulaciones (lugares de nuestro cuerpo en los que dos huesos se encuentran y que permiten la flexibilidad de esa unión). Es un problema autoinmune, pues son las propias defensas las que se vuelven ‘locas’ y deciden atacar tejidos perfectamente sanos que no suponen ninguna amenaza para nuestro organismo (de hecho, lo contrario).

En el caso de la artritis reumatoide, nuestro sistema inmunitario ataca las membranas sinoviales, que son unas láminas de tejido conectivo que recubren las articulaciones y cuyas funciones son mantener la articulación ‘unida y tensa’ aunque proporcionándole flexibilidad, mantener concentrado en ese pequeño espacio el líquido sinovial (que actúa como lubricante de la articulación) y separar los tejidos sólidos entre sí.

Cuando las defensas atacan este tejido conectivo, la articulación se inflama, lo que propicia que los cartílagos y los huesos de la articulación empiecen a destruirse. Esto, a su vez, hace que los tendones y ligamentos se debiliten y se estiren de más. La consecuencia de que esto ocurra es que la articulación pierde su forma original. Dicho de otro modo: empieza a deformarse. 

Las causas de la artritis reumatoide o, mejor dicho, de que el sistema inmunitario ataque las articulaciones (dando entonces lugar a la artritis) son todavía desconocidas, aunque una de las principales teorías sostiene que existe un importante factor genético al respecto.

De todos modos, no se ha identificado ningún gen que sea directamente responsable, sino que se cree que algunos pueden hacer a las personas susceptibles a determinados factores ambientales como virus y bacterias que podrían desencadenar la enfermedad.

Algunos de los síntomas de este problema de salud son: 

  • Articulaciones sensibles, calientes e inflamadas
  • Rigidez de las articulaciones, que, por lo general, es más severa en las mañanas y después de los periodos de inactividad
  • Cansancio
  • Fiebre
  • Pérdida del apetito

Al mismo tiempo, existen factores de riesgo que elevan las probabilidades de que alguien padezca artritis reumatoide. Estos son: 

  • El sexo del paciente. Las mujeres tienen más probabilidades de desarrollar la enfermedad.
  • Edad. Aunque puede aparecer a cualquier edad, suele ser más común entre los 40 y los 50 años.
  • Historial familiar. Que gente con la que compartimos gran parte de nuestro código genético la padezca no es una buena señal.
  • Factores ambientales. Como explicábamos más arriba, no se comprende todavía del todo cómo ocurre, pero se sabe que la gente expuesta a sílice o al amianto tiene más probabilidades de desarrollar la enfermedad. Como explican desde la Clínica Mayo, «los trabajadores de los servicios de emergencias que fueron expuestos al polvo levantado con el derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 tienen un mayor riesgo de sufrir enfermedades autoinmunes como la artritis reumatoide».
  • Tabaquismo. No solo aumenta el riesgo estadístico de padecer la enfermedad, sino que además, en el caso de que se desencadene, en los pacientes fumadores se presenta de forma más severa.
  • Obesidad. Las mujeres menores de 55 años que tienen obesidad o sobrepeso parecen tener un mayor riesgo de sufrir la enfermedad

Debemos tener en cuenta que, en el caso de la artritis reumatoide, no son solo nuestras articulaciones las que están en riesgo, sino otros órganos de nuestro cuerpo donde también está presente el tejido sinovial atacado por nuestro sistema inmunitario (como la piel, los ojos, los pulmones, el corazón y los vasos sanguíneos). 

El descubrimiento dietético

No es ningún misterio que la dieta mediterránea es un auténtico tesoro, tanto para nuestra gastronomía como para la salud. Se ha demostrado que una inmensa cantidad de beneficios para nuestro bienestar de nuestra forma típica de comer. Estos son responsables en gran medida de que, según datos de la OMS, España se sitúe en el 2º puesto mundial de países más longevos.

Foto: Foto: iStock.

Un grupo de investigadores de del Centro para la Investigación Epidemiológica y Salud Pública de la Université Paris-Sud, la Université de Paris y la Université Paris-Saclay han llevado a cabo un estudio realizado con 62.629 mujeres francesas.

El trabajo científico empezó en el año 1990. En total, de ese grupo de estudio, 480 mujeres desarrollaron artritis reumatoide en algún momento de los últimos 30 años.

Aunque no se determinó una correlación directa significativa entre la dieta mediterránea y la artritis reumatoide, entre aquellas pacientes que fumaban se asoció a un riesgo muy reducido (383 casos por millón siguiendo la dieta, 515 casos por millón de habitantes sin seguirla). 

Esto demuestra que, una vez más, la dieta mediterránea es una de las formas más sanas de comer (probablemente la mejor de todas) que podemos llevar en nuestro día a día. Se basa en un alto consumo de cereales integrales, frutas, verduras, grasas insaturadas (como nuestro maravilloso aceite de oliva virgen extra), frutos secos, legumbres y pescados; con un consumo moderado y limitado de carne roja y lácteos grasos. Nada nuevo en el recetario español.