Política 2.0 en Venezuela

Columnistas
Freddy Marcano

Venezuela no se queda atrás con respecto a la tecnología, por más deficiencia que tengamos en la comunicación política, no se ha dejado de incrementar el uso de foros, blogs y redes sociales, lo que ha aumentado la participación y la interacción entre  los actores políticos y los ciudadanos.

Pero nos enfrentamos a la parte oscura de este gran avance: un país donde se censura, y se hace seguimiento a todo aquél  que tenga una forma distinta de pensar u  opiniones en contra del régimen que ostenta el poder.

Adicional, existen las faltas de ética y valores de algunos actores que, a través de este gran medio, quieren o intentan influenciar a los ciudadanos con falsas expectativas, llevándolos hacia un desencanto y una falta de motivación que impide una participación ciudadana real.

Hablar de la Política 2.0 nos lleva a pensar en cómo era la política antes de este gran boom tecnológico ¿Cómo era el manejo de las noticias hace 60 años?, o ¿cómo era la difusión de noticias de actualidad hace 30 años atrás, con el surgimiento tecnológico? Comparar esos escenarios con los actuales puede ayudarnos a comprender cuáles serían los  pros y los contras del manejo actual de la política.

Sin embargo, para los fines de este análisis, lo que haré será visualizar, de modo más cierto, los cambios en la comunicación que generan en la nueva forma de información política. 

Cuando comenzó a florecer la democracia en Venezuela, la comunicación era muy distinta;  se basaba en el manejo de activismo en las grandes estructuras de las organizaciones políticas que cada día iba en crecimiento, los dirigentes locales de las comunidades eran pieza clave de la comunicación, las estructuras se mantenían en constante comunicación y, luego, se replicaba el proceso a cada uno de los espacios de la comunidad; en algunos casos, la información se manejaba de manera escrita a través de periódicos y telégrafos.

Esta forma de hacer política fue cambiando a medida que fue avanzando la tecnología de la comunicación: apareció la telefonía y se fue masificando, pues la mayoría de los hogares tenía acceso a ella, y así se mantuvo hasta la llegada de la telefonía celular a finales del siglo XX.

Para el comienzo del presente siglo el avance tecnológico ha sido abrumador, más allá de la del ambiente político. Cada día más profesionales, oficinistas, obreros, empleados públicos, estudiantes, incluso amas de casa, pasan más tiempo online, debido al incremento exponencial de acceso a la banda ancha en los hogares.

Ello es especialmente relevante, ya que estas tecnologías han entrado con fuerza en el mundo de la política, pero no se conoce demasiado acerca de su uso real, y mucho menos a nivel de los sectores populares.

Sin tener una medida exacta del desarrollo de la política 2.0, por parte de los partidos políticos y la ciudadanía, y en los ámbitos de los sectores, presuntamente, menos accesibles para los medios tradicionales, lo que dará una medida del potencial de las nuevas herramientas digitales.

El cambio tecnológico ha sido más rápido que el cambio social o político, por lo que las transformaciones sociales derivadas de la revolución tecnológica son aún impredecibles.

El modo de entender las relaciones sociales y políticas en la era de Internet da lugar, por su parte, a nuevas formas de participación y marketing político, pero el Internet se transforma en una organización sin organización porque el acceso al mismo ha perdido el control y, por lo tanto, cualquier  tipo de información puede ser introducida en el ciberespacio, muchas veces sin ser cierta o verificada. 

En resumen, tenemos en nuestras manos una tecnología manejada con destreza por las nuevas generaciones, con un alto potencial de entrada a las viejas generaciones, con cargas cognitivas desconocidas que conforman a su vez una nueva forma de ver el mundo y, en consecuencia, la política. Este avance tecnológico ha creado un nuevo electorado.

Estos nuevos electores están ganando su espacio, elección tras elección, en el porcentaje de la población que vota, con el agravante de que no poseen ni una base ni un criterio político adecuado para ello.

Entre muchas otras ideas, hemos resistido, insistido y persistido en la unión de los líderes, el estudio de las políticas aplicadas y la formación de los ciudadanos, la cual incluye la revisión de sus hábitos de consumo y lenguaje para comprenderlos. Si los políticos queremos acercarnos, realmente, a estos nuevos actores, la comunicación  debe orientarse al diálogo  honesto no solo para obtener su confianza y su voto, sino también para crear un ciudadano comprometido con los cambios que deseamos en el país.

Tw/IG: @freddyamarcano