El tabaco mata a más de ocho millones de personas cada año en el mundo y destruye nuestro medio ambiente, dañando aún más la salud humana a través del cultivo, la producción, la distribución, el consumo y los desechos posteriores al consumo.
Es que a lo largo de todo su ciclo el cigarrillo daña al planeta que es el único que se conoce como apto para vivir dentro de incontables planetas que existen en tantas galaxias halladas, incluyendo nuestra Vía Láctea, y su estado es tan crítico que se vislumbra un futuro nada auspicioso por las consecuencias de diversas crisis ambientales como contaminación, calentamiento global y cambio climático que están afectando el bienestar planetario y de la humanidad que, finalmente, es la gran causante de amenazas, riesgos y daños.
En todo ello está implicado el hábito tabáquico, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) cifra en 1.300 millones de consumidores en todo el planeta y advierte que mata a 8 millones de personas cada año, y que la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha establecido como uno de los mayores contaminantes ambientales del aire y de los medios terrestres y acuáticos, por lo que está impactando al medioambiente y sumando presión sobre la vulnerable naturaleza y sus recursos para empeorar las condiciones del entorno en que se desarrolla la vida de todo ser.
“El consumo de tabaco causa enfermedades, muertes prematuras, discapacidad, pérdida de calidad de vida, empobrece a las familias y debilita las economías nacionales. Además, está el daño al medio ambiente de las colillas y el cultivo del tabaco que usa grandes cantidades fertilizantes tóxicos y plaguicidas que contaminan el agua, causando desertificación y exponiendo a graves daños de salud a quienes lo cultivan”, comentó Claudia Bambs, epidemióloga de la UC y miembro del consejo.
Una de las tantas razones que avalan lo vitalmente necesario de desincentivar el uso del tabaco, porque no existe ninguna que justifique promover su consumo y continuarlo sólo causará peligros para el fumador activo, su entorno como fumadores pasivos y a toda la sociedad y ambiente.
De la producción al desecho
“El impacto ambiental del tabaco parte desde la producción, donde producir un cigarro consume cientos de litros de agua y para producir 300 cigarrillos se necesita un árbol”, advierte la doctora Corvalán, quien también ha colaborado con su experticia en el Centro Clínico Docente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC).
Según un estudio que en 2021 se publicó en la prestigiosa revista The Lancet, en 2019 se consumieron 7,41 billones de cigarrillos en todo el mundo, lo que equivale un consumo diario promedio de 20.300 millones. Con esos números, es casi imposible dimensionar cuánta de la cada vez más escasa agua se ha ocupado o árboles se han talado en la producción de un nocivo producto que, además de mermar la capacidad de la naturaleza y bosques de absorber el carbono y paliar el calentamiento global, en todo su ciclo libera emisiones que dejan una enorme huella de carbono por la propia producción y transporte y por los efectos del humo del cigarrillo. Un humo que aclara que se asocia a multiplicidad de efectos nocivos para la salud.
Si todo ello no bastara como impacto y para alarmar, la experta resalta que “las colillas del cigarrillo son el principal contaminante ambiental que existe”. Es que de esa billonaria cantidad de cigarros que se fuman queda ese resto que termina desechado y que afirma que “están formadas por microplásticos”.
La contaminación por plástico es uno de los mayores problemas ambientales del siglo XXI y los de pequeñas dimensiones (menor a 5 milímetros de diámetro) como las que están en una colilla son de los más preocupantes contaminantes emergentes que existen.
Mientras en breve tiempo se consume y desecha (un cigarrillo se fuma en minutos), el plástico tiene una degradación que puede tardar siglos, por lo que los residuos, incluso si llegan al vertedero, terminan en la naturaleza, tanto en medio terrestre como sobre todo acuático y especialmente océano donde más se ha investigado y comprobado la presencia de los micro.
Diversos estudios de científicos de todo el mundo han generado evidencias alarmantes como la presencia de microplásticos en estómagos de especies marinas, por lo que se puede afirmar que estos desechos ingresan a la trama trófica, pueden ser ingeridos por diversos animales y hasta terminar llegando al humano como consumidor final de ciertas especies, con repercusiones en la salud de la naturaleza, animal y humana que aún es tema de potentes estudios.