Quedarse sin aire caminando en llano es otra de las señales de que puede haber una patología a nivel pulmonar, indican los expertos.
La respiración no solo es un signo vital. Es la principal vía de entrada al organismo para cualquier elemento externo. Como nunca paramos de respirar, cualquier cosa que haya en el ambiente va a ingresar de manera directa.
Por esta razón, proteger la salud pulmonar a lo largo de la vida evitando la exposición a tóxicos como el tabaco es fundamental para mantener una capacidad respiratoria adecuada.
Pero eso no es lo único que podemos hacer para cuidar nuestros pulmones. Analizamos todas las medidas que podemos tomar en el día a día para tener unos pulmones sanos y fuertes.
El rol de los pulmones
La respiración es un mecanismo que consiste primordialmente en llevar el oxígeno del aire a la sangre y eliminar el dióxido de carbono (CO2) al aire. Este intercambio de gases se produce en el interior de los pulmones.
El aire entra por la nariz o por la boca y es conducido a través de las vías respiratorias hasta los
alvéolos, donde se produce el intercambio de gases. Así, el oxígeno pasa a la sangre y es transportado a todas las células.
A su vez, el dióxido de carbono que se produce en las células es transportado hasta los pulmones para su eliminación.
El aporte de oxígeno y la expulsión de dióxido de carbono a través de la respiración son cruciales para el funcionamiento normal de los órganos y los músculos.
Desde el corazón hasta el hígado, el estómago, los intestinos y el páncreas, todos los sistemas necesitan de una respiración correcta para realizar su trabajo.
Pero la respiración también es crucial para el sistema nervioso central, lo que significa que es fundamental para que el cerebro procese información y tiene impacto incluso en nuestra postura.
No fumes (ni vapees)
Este consejo es el más básico y no por ello es menos importante: si fumas, tu riesgo de sufrir patología pulmonar aumentará independientemente de que sigas todos los demás consejos de esta guía. Por eso, vale la pena subrayarlo.
Para cuidar los pulmones, lo primero es no fumar. Si se fuma, hay que intentar dejar de hacerlo y también hay que evitar estar en sitios en los que haya humo de tabaco.
Incluso el fumar de manera pasiva el tabaco de segunda o tercera generación que se queda en las cortinas y las paredes de la casa son altamente perjudiciales para la salud pulmonar.
En esta recomendación se incluyen también los dispositivos de vapeo y los cigarrillos electrónicos: ninguno de ellos puede considerarse seguro desde un punto de vista neumológico.
No dejan de ser un tabaco que está calentado y que va a tener impacto en el pulmón. Muchos pacientes creen que van a poder dejar de fumar al cambiar del cigarrillo normal al electrónico.
Nosotros no recomendamos esto, es igual de tóxico que un cigarro normal y no es adecuado usarlos. Esto puede afectar directamente al pulmón y ha habido casos de embolia pulmonar grave causados por estos dispositivos.
Es importante saber también que, cuando hablamos de tabaco, no existe un nivel de consumo que pueda considerarse seguro.
Caer en la creencia de que, si se logra fumar poco, eso será suficiente, es un riesgo que los expertos han denominado la fantasía del fumador.
La gente que fuma menos de cinco cigarrillos al día es menos del 5 % de los fumadores y siempre han fumado lo mismo. La persona que fuma un paquete, fuma un paquete. Puede reducirlo en algún momento, pero con el tiempo volverá a consumir lo que consumía antes.
Es muy difícil mantener un consumo bajo, nuestros receptores de nicotina nos piden más. No existe un nivel de seguridad en el tabaquismo. Tres cigarros al día, a nivel cardiovascular, tienen un efecto negativo. Cualquier cantidad de tabaco es tóxica.
Camina por espacios verdes
No es ninguna novedad el hecho de que la contaminación ambientalprovocada por el uso de carburantes en las ciudades es uno de los factores que contribuyen a la enfermedad pulmonar. En este sentido, los expertos recomiendan, siempre que se pueda, trasladarse a pie o en bicicleta, optando preferentemente por rutas que eviten las grandes vías de concentración de tráfico.
«La contaminación atmosférica también afecta. Estamos sometidos a ella de manera constante, sobre todo, la gente que vive en las grandes ciudades o en sitios donde hay fábricas están más expuestos. Lo ideal sería caminar más en la naturaleza, en espacios verdes, para que la contaminación no afecte a la capacidad respiratoria. Habría que potenciar el uso de coches eléctricos, que la gente camine o vaya en bicicleta a los sitios», propone la doctora Vigil en este sentido.
Hay que tener en cuenta que la calidad del aire dentro de los coches es generalmente peor que afuera y la exposición a la contaminación es mayor, por lo que caminar es lo más recomendable.
Presta atención a tus patrones de sueño
Dormir bien tiene más que ver con la salud pulmonar de lo que podríamos pensar. En concreto, una apnea del sueño no diagnosticada puede afectar a la oxigenación del cuerpo y puede llevar a una disminución de la función pulmonar o al desarrollo de otros problemas respiratorios.
Durante la noche, nuestro organismo tiene que estar relajado, pero, la apnea del sueño puede hacer que el paciente deje de respirar durante unos segundos.
Tu oxígeno en sangre baja, estás menos oxigenado por la noche y eso repercute en un cansancio a lo largo del día, se asocia a patología cardiovascular.
Hay que prestar atención a los signos, pero no siempre van a ser claros. Aquellos que no tienen síntomas, que representan el 25 % de los pacientes, son imposibles de diagnosticar si no lo hace su pareja o una persona que duerma con ellos.
La manifestación clínica también da lugar a confusión. Las personas pueden estar cansadas, tener dolor de cabeza o mucho sueño, «pero lo justifican con el trabajo y no van más allá, añade el profesional.
Las señales de alarma se producen por la noche. Despertarse con sensación de ahogo, visitas frecuentes al baño, múltiples desvelos o dificultad para conciliar el sueño y, además, mantenerlo.
Durante el día, aparece el cansancio y la somnolencia en momentos en los que no debería, como en el trabajo o hablando con alguien.
Estilo de vida activo
La actividad física es fundamental para mantener la función pulmonar a lo largo de la vida. En este sentido, apunta Vigil, «lo más barato y fácil es caminar. No tienes ni que apuntarte al gimnasio. Puedes caminar al aire libre en un entorno de naturaleza, en un parque. Pero hay que caminar a un ritmo intenso, no ir mirando escaparates».
«Eso sí, el ritmo tiene que ser adaptado al paciente. A veces, si tienen patología respiratoria, se ahogan y no quieren salir a caminar. Pero es el pez que se muerde la cola y si no lo haces, cada vez te va a costar más. Si haces media hora al día, es suficiente. Y si quieres apuntarte al gimnasio, hacer yoga, taichí, pilates y otros ejercicios focalizados en la respiración, esto es muy beneficioso», detalla la experta.
Para hacerlo más entretenido, puedes probar a salir a caminar en grupo, con algún amigo cercano, o bien usar ese tiempo para escuchar un audiolibro o un pódcast. Pero si caminar no es para ti, no dejes de buscar alternativas.
Cualquier cosa que te haga quedar un poco sin aliento es beneficiosa: desde caminar, correr o andar en bicicleta, hasta nadar o bailar. La clave es que la activación vaya un poco más allá del paso normal, lo suficiente para ejercitar tu corazón y tus pulmones. También es clave el ejercicio de fortalecimiento muscular, como sentadillas y flexiones de brazos, que son muy importantes para mantener la fuerza, especialmente a medida que envejecemos.
Alimentación saludable
Seguir una dieta equilibrada ayudará a tus pulmones, al igual que en cualquier otra parte del cuerpo, de distintas formas, especialmente una alimentación rica en frutas y verduras. Esto mejora la inmunidad, al reducir la inflamación. De esa forma, se pueden evitar muchas infecciones que ingresan al organismo a través de las vías respiratorias.
Por otro lado, no se puede subestimar la importancia del peso en la salud pulmonar. «Lo importante es no engordar. Si tú coges mucho peso, hay diversas patologías asociadas a esto y a nivel del pulmón, por ejemplo, para la apnea de sueño, el principal factor de riesgo es la obesidad. Entonces, insistimos siempre en que los pacientes hagan una dieta adecuada y sana para evitar ese aumento de peso», explica Vigil.
Protégete en el trabajo
Existen ciertos trabajos que pueden provocar exposición a daño pulmonar. En particular, es importante utilizar protección si se trabaja en entornos donde hay grandes cantidades de polvo o sustancias químicas que puedan inhalarse.
«Hay ambientes laborales que son muy tóxicos para el pulmón y hay que utilizar equipos de protección individual. Muchas de las enfermedades respiratorias están relacionadas con el entorno laboral», indica Vigil.
La exposición no siempre es tan evidente, por lo que extremar las precauciones es la mejor opción si se trabaja con productos químicos potencialmente potentes. En este sentido, los salones de belleza suponen un riesgo que todavía se está estudiando, por el uso de lacas de uñas y productos para el cabello de manera constante. Para aquellos que trabajan en este tipo de salones, se recomienda optimizar la ventilación y tratar de usar productos con menores cantidades de compuestos orgánicos volátiles (COV).
Tómate en serio los síntomas de la patología pulmonar
Frecuentemente, el quedarse sin aire se ve como una manifestación normal del proceso de envejecimiento. Sin embargo, los expertos aclaran que no lo es. Ante este tipo de signos, es importante acudir al médico para una evaluación.
Uno de los principales signos de alarma sería que te levantes con tos y expectoración durante más de dos meses seguidos. Esta es una señal de alerta de que puedes tener EPOC, que es una enfermedad pulmonar obstructiva crónica y se caracteriza por esa expectoración matutina diaria.
Otro síntoma sería que haya una sensación de ahogo, que te falte el aire cuando haces esfuerzos mínimos o cuando caminas en llano.
Hay que recordar que el envejecimiento puede disminuir la función pulmonar, pero no debería hacerlo de manera drástica.
Si tú has llevado una vida sana a lo largo de los años, vas a ir perdiendo un poquito de función pulmonar con los años conforme el órgano va envejeciendo, pero puedes mantenerlo lo más sano posible para que el envejecimiento no sea tan brusco ni tan grande. Hay pacientes que con 90 años están bien, caminan y están sanos.
Ante cualquier cambio en la respiración, lo primero que hay que hacer es acudir al médico para realizar una espirometría. Cualquier paciente de más de 40 años que haya fumado debería hacérsela. Es una manera muy fácil de hacerse un chequeo y medir la capacidad pulmonar. Esto se puede hacer cada año, cada dos años en pacientes sanos.