Las conversaciones entre funcionarios de Estados Unidos y Cuba en Washington el jueves se centraron en la implementación de acuerdos migratorios bilaterales y los obstáculos para cumplir sus objetivos, dijo el Departamento de Estado en un comunicado que calificó la reunión como un ejemplo de discusión “constructiva” con Cuba. La reunión tuvo lugar en un momento en que los cubanos están llegando en números récord a la frontera de Estados Unidos con México.
Casi 79,000 han llegado a la frontera en los últimos seis meses, y otros 1,399 han sido detenidos por la Guardia Costera cuando intentaban llegar a las costas estadounidenses. El Departamento de Estado dijo que las conversaciones brindaron la oportunidad de discutir la implementación de los acuerdos migratorios con Cuba, que comprenden una serie de acuerdos bilaterales alcanzados en 1984, 1994, 1995 y 2017.
La delegación estadounidense, encabezada por Emily Mendrala, subsecretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, “destacó áreas de cooperación exitosa en materia de migración, al tiempo que identificó problemas que han sido obstáculos para cumplir con los objetivos de los Acuerdos”, dice el comunicado de prensa. “Participar en estas conversaciones subraya nuestro compromiso de entablar conversaciones constructivas con el Gobierno de Cuba cuando corresponda para promover los intereses de Estados Unidos”. Los dos gobiernos habían acordado celebrar conversaciones sobre migración con regularidad, pero se suspendieron en el 2018.
No se anunciaron nuevas medidas después de la reunión. En los últimos días, ambos gobiernos han estado intercambiando acusaciones sobre el incumplimiento mutuo de los acuerdos migratorios existentes. El miércoles, el secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas, dijo que la administración estaba considerando “reanudar” los acuerdos migratorios con Cuba que habían sido “descontinuados”, pero no dio más detalles.
De cara al encuentro de este jueves, el viceministro de Relaciones Exteriores que encabeza las conversaciones por la parte cubana, Carlos Fernández de Cossío, dijo que los acuerdos bilaterales “existentes… están vigentes” y que incluyen “obligaciones” para “garantizar que la migración sea regular, ordenada y segura.” Josefina Vidal, otra viceministra de Asuntos Exteriores de Cuba, dijo a Associated Press que Estados Unidos no ha cumplido su compromiso de emitir al menos 20,000 visas de inmigración anuales a cubanos durante los últimos cinco años.
Ese compromiso fue parte de un acuerdo alcanzado en septiembre de 1994 en respuesta a la crisis de los balseros. “Cuba se comprometió a desalentar las salidas irregulares e inseguras”, según una descripción de los acuerdos del Departamento de Estado. Al año siguiente, los dos países también acordaron que Estados Unidos devolvería a los cubanos interceptados en el mar “que no tenían un temor fundado de persecución si regresaban”, y las autoridades cubanas dijeron que no tomarían represalias contra los migrantes devueltos, según la descripción del Departamento de Estado.
Las autoridades cubanas acordaron aceptar de regreso a los cubanos deportados por Estados Unidos si estos hubieran salido recientemente de la isla. ICE le dijo recientemente al Miami Herald que el gobierno cubano dejó de aceptar deportaciones de sus ciudadanos en el año fiscal en curso.
Las sanciones estadounidenses al turismo y las remesas, los efectos de la pandemia y la disminución de los envíos de petróleo desde Venezuela que Cuba solía revender a mejores precios en el mercado internacional, se combinaron en una tormenta perfecta que golpeó duramente a la economía centralizada y crónicamente improductiva de la isla. El rápido deterioro de la situación económica y la continua represión de las personas que se oponen o critican al gobierno han puesto en marcha el éxodo actual.