Los Años Están Contados

Columnistas
Ramón Velásquez Gil

Ese día, veintinueve de octubre nos correspondía trabajar hasta las diez de la noche.

Durante el día, había notado una actitud extraña de mis compañeros de trabajo. Me miraban de reojo y casi no me hablaban, lo cual hacía preguntarme qué les había hecho yo.

A la larga, decidí no preocuparme más por el asunto y concentrarme en mi trabajo pues el que no la debe no la teme.

Teníamos un break a las siete de la noche, al cual salimos y noté que todos se me alejaban de manera extraña y misteriosa.

Y entonces?..

Me preguntaba yo, en un soliloquio conmigo mismo, mientras me dirigía caminando solo hacia el comedor.

Al llegar a este, tuve un sobresalto pues al abrir la puerta, el comedor estaba en penumbras. Me detuve un segundo a esperar que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad.

De repente, se encendieron las luces y allí estaban todos mis compañeros y compañeras de trabajo, cantándome cumpleaño feliz.

Waoo, me quedé sin habla, en shock; no hallaba que decir. No sé qué expresión puse en ese momento que, todos estaban muertos de risa y felicitándome por mi cumpleaños.

Cdsm; fue en ese momento cuando recordé que ese día era mi cumpleaños.

La mesa estaba full de comida, jugos y una gran torta de la panadería Don Pan.

Coño, eso no se hace, fue lo único que atiné a decir; casi que me suicido hoy dije también yo riéndome y expresándoles infinitas gracias y bendiciones.

Es el mejor cumpleaños que he tenido en mi vida, hasta ahora. Y es que, soy de los que siempre ha pensado que un cumpleaños no es algo para celebrar.

Me parece algo inmerecido pues nada fuera de lo común has hecho, si no es acaso el que te mantuviste vivo un año mas.

Por lo demas, no es celebrable que tengas “un año menos” de los que te quedan por vivir.

En mi opinión, es digno de celebrar lo que nos ocurre una sola vez en la vida: un nacimiento, una boda, una graduación, y a veces hasta un divorcio, etc, pues son acontecimientos que en mayor o menor grado, hizo falta un esfuerzo para conseguirlo; pero un cumpleaños, nada tiene de mérito alguno.

Quizá sea por ello, porque no le paro mucho a eso, que me pasan vainas en mis días de cumpleaños.

Por ejemplo en aquel viaje a New York que me invitó mi hija Daniela, en el cual, una noche que fuimos a una fiesta de hallowen en el último piso de un rascacielos, para comprar las entradas había que enseñar el ID para tomar los datos de uno.

Entonces, cuando entregué el ticked en la puerta, la chica que recibia dichos tickets me dijo: Feliz cumpleaños señor, aún cuando este era dos dias más tarde. Me quedé pensando; debe ser que vio mi fecha de nacimiento, como un veintisiete y no como un veintinueve.

Igual, cuando venía en el avión de regreso a Miami, recibí mi cumpleaños a ocho mil pies de altura, pues a las doce y un minuto de la noche, del 29 de octubre del 2019, todavía veníamos en mitad del vuelo. Y no sé cuántos cumpleaños los he pasado solo, sin que por esta razón haya tenido que ir al sicólogo.

No obstante, existe mucha gente para quienes el día de su cumpleaños es lo máximo en su vida y hasta se endeudan para celebrarlo.

Sin embargo, siempre he tenido la cortesía de enviar un mensaje de felicitación a mis familiares y amigos, ya que el Facebook no deja pasar un cumpleaños sin meter el chisme.

Bueno, hay mentes veredes, como diría Don Sancho.

Saludos