Un fármaco experimental podría ralentizar la progresión de la aterosclerosis

Salud

Un fármaco experimental ya probado como posible tratamiento del cáncer, las enfermedades pulmonares y la enfermedad de Alzheimer podría ralentizar la progresión de la aterosclerosis que conduce a las cardiopatías, según muestra un nuevo estudio.

Dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina Grossman de la NYU, el estudio exploró los mecanismos que subyacen a la aterosclerosis, en la que se acumulan depósitos de grasa en los vasos sanguíneos.

Al endurecerse en forma de placas y provocar reacciones inmunitarias erróneas, conocidas como inflamación, esta acumulación puede bloquear el flujo sanguíneo y causar un infarto de miocardio o un ictus.

El nuevo estudio, publicado el 8 de junio en la revista Nature Cardiovascular Research, demostró que el plasma, la parte líquida de la sangre, de pacientes con enfermedad aterosclerótica desencadena una señal inflamatoria inusualmente alta en las células inmunitarias.

Otros experimentos demostraron que el fármaco saracatinib reducía esta señal inflamatoria en más de un 90% en muestras de sangre humana y de tejido enfermo.

«Nuestros hallazgos aportan nuevos conocimientos sobre los mecanismos inflamatorios de la aterosclerosis y sugieren por primera vez que el saracatinib podría ser un tratamiento eficaz en los casos en los que el tratamiento estándar, en forma de estatinas, no resulta eficaz», afirma la coautora principal del estudio, Letizia Amadori, doctora e investigadora principal de NYU Langone Health y miembro del equipo del laboratorio Giannarelli.

Los médicos recetan estatinas para reducir las grasas nocivas en la sangre, pero los estudios demuestran que incluso con la reducción de los depósitos de placa, la inflamación persiste en muchos pacientes, que siguen teniendo un alto riesgo de sufrir un infarto.

Según los autores del estudio, las causas de esta respuesta inmunitaria crónica en los pacientes no se conocen del todo, y los tratamientos antiinflamatorios son a veces ineficaces en los estudios con pacientes.

Para el estudio, el equipo analizó muestras de sangre de 34 hombres y mujeres con la afección denominada específicamente enfermedad cardiovascular aterosclerótica (ECVA), todos los cuales tomaban estatinas, y las comparó con muestras de 24 donantes sanos.

Para dar con el saracatinib, los autores del estudio exploraron 4.823 genes, entre ellos 277 ya conocidos por su papel en la inflamación y la producción de citocinas y otras proteínas que favorecen una respuesta inmunitaria crónica.

Según el Dr. Amadori, el equipo razonó que si un medicamento concreto podía impedir la producción de todas estas moléculas, entonces podría calmar la respuesta.

En lugar de intentar crear un fármaco adecuado desde cero, los investigadores recurrieron a una lista de fármacos ya aprobados o en fase de prueba para otros usos.

En concreto, buscaron en una serie de conjuntos de datos de los Institutos Nacionales de la Salud denominada Biblioteca de Firmas Celulares Integradas Basadas en Redes, que contiene cientos de miles de resultados de pruebas que mapean los efectos de diversas moléculas, proteínas de señalización y cambios genéticos en células humanas.

Dado que en esta búsqueda se demostró que el saracatinib invertía la expresión de genes diana, el proceso por el cual los genes se activan para fabricar proteínas, los autores lo probaron en células humanas, tejidos enfermos y modelos animales para ver si realmente podía detener, ralentizar o revertir la inflamación provocada por la ASCVD.

Entre las conclusiones, los resultados revelaron que el saracatinib bloquea la actividad génica responsable de producir proteínas inflamatorias como la interleucina-1 beta y la interluequina-6, que mantienen la reactividad inmunitaria de la ASCVD.

En particular, un inhibidor de la interleucina-1 beta demostró prevenir eficazmente el infarto de miocardio en un ensayo anterior. Al mismo tiempo, el fármaco potenció genes conocidos por fabricar proteínas que ayudan a limpiar los depósitos de placa transportando la grasa lejos de las arterias.

Otros experimentos con conejos revelaron que el saracatinib reducía la inflamación de la placa en un 97% en comparación con los animales no tratados.

En ratones, el mismo tratamiento provocó una reducción de hasta el 80% de las células relacionadas con la inflamación de las placas y redujo los depósitos de placa entre un 48% y un 70%, dependiendo de la dosis del medicamento, afirma el Dr. Amadori.

La Dra. Giannarelli, profesora asociada de los Departamentos de Medicina y Patología de la NYU Langone, afirma que el equipo del estudio tiene previsto utilizar el mismo protocolo para explorar posibles tratamientos de otras enfermedades inflamatorias relacionadas con la ASCVD, como la artritis reumatoide o la diabetes de tipo 2.

Dicho esto, el Dr. Giannarelli advierte que, aunque el saracatinib parece prometedor, aún debe someterse a pruebas clínicas para garantizar que el tratamiento funcione realmente en los pacientes.