¿Cómo afecta el ayuno intermitente al cerebro? La ciencia responde

Salud

Los estudios científicos se han concentrado normalmente en la bajada de peso del ayuno intermitente, pero también afecta a las neuronas.

El ayuno intermitente ha ganado popularidad durante la última década. En cualquiera de sus modalidades y tiempos, la decisión de no comer durante unas horas ha salido a la palestra con sus ventajas y desventajas para el organismo. No obstante, la gran mayoría de estudios científicos se ha centrado en sus efectos con el enfoque de adelgazar y pocos se han fijado en lo que ocurre en el cerebro.

En general, los escasos informes publicados en revistas médicas apuntan a que el ayuno intermitente estimula la generación de cetonas y esto supone un efecto beneficioso. Estas moléculas que se producen al descomponer la grasa para emplearla como energía cuando hay hambre provocan una rebaja de la inflamación, lo que deriva en un beneficio para la salud.

Además, en el proceso que sustituye la glucosa por las cetonas como energía para las células del cerebro se libera un componente que, según algunos científicos, protege a estas células del órgano pensador ante el estrés, aumenta su eficiencia y extiende su vida útil.

Ayuno intermitente, alzhéimer, epilepsia y accidentes cerebrales
Por otra parte, el ayuno intermitente podría resultar útil para condiciones específicas relacionadas con el cerebro. La revista Brain and Life ha enumerado algunas, entre las que se encuentra la enfermedad de Alzheimer. Según los expertos, se favorece el funcionamiento de las neuronas que producen dopamina y podría ayudar a reparar las células dañadas o destruidas por esta enfermedad.

A esto se añade una faceta mitocondrial que ayuda a reducir la hiperactividad de los pacientes, según Roberto Savica, profesor de Neurología de la Clínica Mayo en Rochester.

El ensayo del ayuno intermitente también ha mostrado algunas posibles ventajas. Una de sus primeras aplicaciones fue para tratar y la epilepsia y una investigación publicada en Frontiers in Cellular Neuroscience del año 2016 ha apuntado que las cetonas pueden reducir las convulsiones epilépticas.

Por último, una de las pocas investigaciones que han tenido en cuenta el órgano que gestiona las decisiones mentales se publicó en el año 2020 en la revista Stroke.

Según un experimento con animales, las cetonas que se producen durante el ayuno intermitente no solo pueden ayudar a reducir el daño cerebral, sino que pueden colaborar en la recuperación gracias a que reduce la inflamación y proteger las células cerebrales vulnerables tras un accidente cardiovascular.