La fibra es la gran olvidada cuando hablamos de nutrición. Se suele tener en cuenta el consumo de carbohidratos, proteína y grasa, pero la ingesta de fibra pasa desapercibida hasta que aparecen los problemas.
Su importancia pasa a un segundo plano en el imaginario popular porque, si bien cumple diversas funciones y tiene numerosos beneficios para nuestra salud, la fibra alimentaria no es, exactamente, un nutriente.
La Asociación Americana de Química de los Cereales la define así: «la fibra dietética es la parte comestible de las plantas o hidratos de carbono análogos que son resistentes a la digestión y absorción en el intestino delgado, con fermentación completa o parcial en el intestino grueso».
En otras palabras, no podemos digerirla.
Las recomendaciones oficiales sobre el consumo de fibra, que sugieren ingerir aproximadamente 25 gramos de fibra al día, se pueden traducir en una pauta diaria de entre cuatro y seis raciones de derivados de cereales, tres porciones de verdura y dos piezas de fruta.
«Es importante recalcar que el consumo de fibra debe acompañarse de una mayor ingesta de líquidos, preferiblemente agua», señala Ferreiro.
Diez alimentos ricos en fibra para llegar a los 30 gramos diarios
Porridge de avena. Una taza aporta 8 gramos
Frutos secos. Un puñado aporta 2,6 gramos
Garbanzos de bote. Una taza aporta 8 gramos
Pasta integral. Una taza aporta 6 gramos
Semillas de sésamo. Una cucharada aporta 3 gramos
Alubias. Una taza aporta 7 gramos
Repollo. Cien gramos aportan 3 gramos de fibra
Alcachofa. Una unidad aporta 6 gramos
Manzana verde. Una pieza aporta 4,4 gramos
Kiwi. Dos piezas aportan 6 gramos