El Covid Como Medio De Defensa.

Columnistas

Ramón Velásquez Gil

Ciertamente ya poco se habla del covid; ya paso de moda.  Atrás quedaron los “supuestos” muertos por este virus, los malos ratos pasados por la cuarentena los muchísimos negocios y empresas quebradas por este motivo y los millones de personas que perdieron sus empleos.

Todo, por el excesivo kilometraje que le dieron las redes sociales y la televisión, aunado a la falta de criterio de aquellas personas que se embelesan con lo que dice la tv sin hacer preguntas.

Sin embargo, quedan los remanentes de aquellos absurdos momentos.

Un día, acompañaba yo a mi hijo Carlos a hacer unas entregas de Amazon; llegamos a la garita de vigilancia de un condominio y el vigilante, un afroamericano, no había forma ni manera que nos dejara entrar.  Entonces a Carlos se le ocurrió fingir un fulgurante e intenso ataque de tos, Cof,.cof, cof, cof

El vigilante abrió desmesuradamente los ojos, se arregló el tapabocas, dio un salto hacia atrás y pulsando el botón de abrir la barrera, grito: Ahead, Aheadd.  

Arrancamos rápidamente y más adelante nos paramos a reírnos, por la cara que puso el vigilante.

Otro día, trabajaba yo para una empresa en la que faltar al trabajo estaba totalmente prohibido y era causal de suspensión.

Si, por si no lo sabían, en los EEUU te pueden suspender del trabajo sin goce de sueldo, por el tiempo que ellos consideren. 

Bueno, la cosa es que yo, en una oportunidad necesitaba ausentarme por un día y no encontraba excusa. Entonces no avise nada, no fui al trabajo pero como a media mañana, llamé al jefe y le dije que me levanté ese día con un malestar un poco raro y que tenía la duda de que pudiera ser covid.

En seguida el jefe me respondió que por nada del mundo fuese al trabajo, que me tomara el tiempo que quisiera.

Bueno, ya sin estrés, hice todas mis diligencias y por la tarde, me hice un test de covid “exprés”.

Al día siguiente, llegué al trabajo con mi test negativo bajo el brazo, no hubo problema y hasta me pagaron el día que falté.

Ahora bien, uno puede ver todavía en la calle y en los trabajos, gente con tapabocas puesto y que aun conservan los seis pies reglamentarios, en las colas de los bancos y donde se haga una fila.

Bien, estas son las personas quienes no desean la solución, sino el problema.

Cuando hay otras prioridades de la vida real, cómo por ejemplo en Ucrania, estos hechos que no llegan a ser tan reales sino impuestos, caen ante el mejor antídoto para las cosas sin fundamento, cómo es el factor tiempo, contra el cual no hay escapatoria.

Saludos