Niveles de colesterol y prevención de infarto: todos los últimos datos

Salud

Ríos de tinta se han escrito sobre este lípido y su papel en la enfermedad cardiovascular. A propósito de la reciente llegada de una ‘vacuna’ contra el colesterol, hablamos de lo que dice la ciencia de la importancia de prevenir la hipercolesterolemia.

Sin duda, uno de los temas más controvertidos y apasionantes en la historia de la medicina es la relación del colesterol con la enfermedad cardiovascular.

Desde el Estudio de los Siete Países de Ancel Keys, que sentó las bases de la hipótesis de la dieta-corazón vinculando grasas saturadas al colesterol y el riesgo de infarto, hasta nuestros días. 

Mucho se ha avanzado en el conocimiento de la enfermedad, y ahora sabemos que no solo el colesterol tiene un impacto en el riesgo de infarto.

Otros factores como la hipertensión arterial, el tabaquismo, mala dieta y obesidad, la diabetes o el sedentarismo también juegan un papel muy importante, sin olvidarnos del calcio acumulado en las placas de ateroma, que podemos medir a través del Score Cálcico.

Los avances en biología molecular nos han permitido conocer con más precisión aún los mecanismos por los que estos factores se relacionan con la enfermedad cardiovascular. Y ahora sabemos que, entre otros, la inflamación crónica es uno de ellos, la cual está vinculada a la mayor parte de enfermedades crónicas como un signo que acompaña al envejecimiento.

El impacto de bajar el colesterol

A pesar del escepticismo alrededor del papel del colesterol en el infarto, en la última década se han ido publicando estudios científicos que han demostrado que su impacto es, sin duda, muy relevante.

Hace pocos días se ha conocido un análisis publicado en el JAHA (Journal of the American Heart Association) que demuestra la importancia de los niveles de colesterol y la efectividad del tratamiento con estatinas en la mortalidad por infarto.

La muestra en este caso fue de cerca de, nada menos, 4,5 millones de veteranos en Estados Unidos, con datos iniciales de reconocimientos médicos entre los años 2002 y 2007 y un seguimiento hasta finales del año 2018.

Es interesante destacar que, en este caso, el análisis no se limitó al colesterol malo, de baja densidad o LDL, sino que se utilizó como dato el colesterol total, y se relacionó este con las muertes por infarto. 

Los datos son claros: se encontró una relación en forma de J entre colesterol y muertes por infarto, con un nivel de riesgo constante por debajo de 180 mg/dL(de ahí la curva en forma de J) y un aumento gradual por encima de este nivel, frente a otros estudios que han encontrado una curva en U para muertes por cualquier causa con niveles por debajo de 120 mg/dL.

En el estudio que nos ocupa se observó un incremento de muerte por enfermedad coronaria a partir de los 180 mg/dL de colesterol total, llegando a ser del 83% en personas con niveles superiores a 280 mg/dL.

El uso de estatinas demostró, una vez más, ser eficaz para reducir el riesgo de muerte por infarto. De hecho, para aquellos con niveles más altos de colesterol total por encima de 280 mg/dL, el riesgo de muerte pasó de un 83% a un 45% o incluso un 9% respectivamente para los tratados con estatinas antes o después del inicio del muestreo. 

El beneficio también se extendía a aquellos con niveles normales de colesterol, por debajo de 180 mg/dL, con una reducción de un 20% del riesgo de muertepor infarto en comparación con aquellos que nunca usaron estatinas. 

Niveles de excelencia para la prevención

Los lectores habituales saben que en la medicina preventiva para el envejecimiento saludable trabajamos con niveles de excelencia. El objetivo es adelantarse al inicio de la aparición del signo o síntoma de enfermedad, abordándola en su fase subclínica, cuando los biomarcadores pueden ser aparentemente normales, pero no óptimos, lo que indica que la enfermedad ya ha iniciado su avance.