Nuestra amiga la Mexicana

Columnistas
Ramón Velásquez Gil

Ciertamente, el sistema laboral norteamericano y el sistema laboral venezolano, para nada tienen parecido alguno, en ningún caso. Ambos sistemas son en realidad altamente inclinados a uno u otro lado de la balanza laboral.

Por un lado, el sistema norteamericano, es un sistema netamente patronal en el cual las leyes laborales muy poco o nada protegen al trabajador de a pie.

Contrariamente, en el sistema laboral venezolano actual es el patrono el que se encuentra totalmente desprotegido por cuanto las leyes laborales benefician exageradamente al trabajador, lo cual ha incidido en el cierre de innumerables empresas ya que la carga laboral impuesta por el estado, se ha hecho insostenible para estas, no quedándole otro remedio que cerrar sus puertas, dejando a miles de trabajadores sin empleo. 

Pero, se puede decir que, una de las diferencias más significativas de ambos sistemas, es el tema de la !meritocracia laboral!.

En Venezuela, un trabajador puede empezar por el cargo más bajo en una empresa pero si este es una persona responsable y con actitud para el trabajo, con los años, este señor, casi con seguridad podría llegar a posiciones de liderazgo y relevancia en la empresa pues en el sistema venezolano se reconocen los méritos de cada trabajador y su importancia en la producción.

En el sistema laboral norteamericano nada de esto existe.

Uno se encuentra casos increíbles de personas con veinte años haciendo exactamente lo mismo en una empresa, sin haber sido promovido a algún cargo superior, siéndole aumentado el salario “en una sola ocasión” a lo largo de veinte años. ¿Cómo pueden soportar eso? se pregunta uno. Es aquí donde entra el cuento de nuestra “amiga” la mexicana.

Esta era una mujer que tenía veinte años laborando en una empresa donde la mayoría eran mujeres y de estas, un noventa por ciento eran venezolanas que, cómo es normal, eran todas muy bonitas. Bueno, esta mujer se jactaba de sus veinte años en dicha empresa e igualmente se jactaba de “odiar” a los venezolanos.

He de decir que, la mayoría de los inmigrantes de otras nacionalidades en los Estados Unidos, “aman” el gentilicio venezolano; tanto, que saben más de lo que ocurre en Venezuela, que uno mismo.

Ahora bien, esta señora que, gratuitamente odiaba a los venezolanos, en sus veinte años que tenia trabajando en dicha empresa, nunca había sido promovida a otra ocupación superior y ganaba el mismo salario que la muchacha que tenía dos semanas trabajando allí, haciendo lo mismo que ella.

Así se lo hizo saber, un amigo mío venezolano que trabajo allí y quien le puso un parao´ a dicha señora y el cual fue que me comentó el caso de la mujer mexicana. Por lo general, el inmigrante venezolano en EE UU, es bien tratado por otros inmigrantes salvo algunos desadaptados que nunca faltan. No obstante, nosotros tratamos bien a todo el mundo, salvo uno que otro también desadaptado en nuestras filas que, por alguna razón desconocida, tratan de hacer quedar mal a nuestro gentilicio.

Pero son bien pocos,..a Dios gracias.

Saludos.