En la digestión, tan importante es el aporte de nutrientes de los alimentos como su absorción. Y en ese punto, la presencia y actividad de las enzimas digestivas es clave.
Muchas comidas, especialmente cuando se trata de celebraciones especiales o grandes banquetes, suelen incluir como colofón un postre que consiste en unas rodajas de piña, unos trozos de mango o una rica macedonia.
Además, es habitual que uno de los comensales comente lo acertado de la elección, ya que resulta muy digestivo rematar el festín con una piña natural, por ejemplo.
Una afirmación que, lejos de ser un simple comentario, está firmemente respaldada por un argumento científico.
Y es que la piña y el mango son algunos de los muchos alimentos ricos en enzimas digestivas, catalizadores biológicos cuya función principal consiste en descomponer los alimentos en partes más pequeñas para que puedan ser absorbidos por el organismo.
Especializadas por tipo de nutriente
Las enzimas digestivas que fabricamos trabajan en el estómago y el intestino, permitiendo al cuerpo aprovechar los beneficios de los alimentos, y se sintetizan principalmente en el pancreas, en respuesta a la ingesta de alimentos.
Las enzimas digestivas que fabricamos trabajan en el estómago y el intestino, permitiendo al cuerpo aprovechar los beneficios de los alimentos, y se sintetizan principalmente en el pancreas, en respuesta a la ingesta de alimentos.
Su función principal es transformar los macronutrientes en unidades más sencillas
Su función principal es transformar los macronutrientes en unidades más sencillas para que puedan ser absorbidos y aprovechados por las células y así mantener sus funciones vitales.
Ahora bien, «existen diferentes tipos de enzimas digestivas, y cada uno de ellos está especializado en descomponer un tipo específico de nutriente. Así tenemos:
- Amilasas: descomponen los carbohidratos y almidones en azúcares más simples. Se encuentran en la saliva y en el jugo pancreático.
- Proteasas: descomponen las proteínas en aminoácidos. Se hallan en el jugo pancreático e intestinal.
- Lipasas: descomponen las grasas en ácidos grasos y glicerol. Están presentes en el jugo pancreático y en la bilis producida por el hígado.
Piña, papaya o kéfir… para una digestión más ligera
Como apuntábamos, frutas como la piña o la papaya favorecen la digestión gracias a su contenido en enzimas digestivas. A continuación, la experta recoge algunos de los alimentos con un notable aporte en una determinada enzima, junto con la función que desempeña:
Piña
- Enzima: bromelina.
- Función: ayuda a descomponer proteínas en el estómago.
Papaya
- Enzima: papaína.
- Función: facilita la descomposición de proteínas en el sistema digestivo.
Mango
- Enzima: amilasa.
- Función: contribuye a descomponer carbohidratos y almidones.
Miel
- Enzima: amilasas y proteasas, además de diastasa.
- Función: favorece la descomposición del almidón en azúcares más simples.
Aguacate
- Enzima: lipasa.
- Función: facilita la descomposición de grasas.
Kiwi
- Enzima: actinidina.
- Función: ayuda a digerir las proteínas y el gluten.
Kéfir
- Enzima: lipasa, proteasas y lactasa.
- Función: facilita la descomposición de la lactosa presente en los productos lácteos.
Por otro lado, conviene tener en cuenta la existencia de ciertas moléculas llamadas inhibidores enzimáticos que se unen a enzimas y disminuyen su actividad. La experta destaca los siguientes:
- Inhibidores de proteasas: legumbres (judías, lentejas, cacahuates, soja) patatas, batatas, té, café, etc.
- Inhibidores de amilasas: legumbres, trigo integral, patatas, maíz, etc.
- Inhibidores de lipasas: aguacates.
¿Alimentos crudos o cocinados?
Aunque algunas personas afirman que comer vegetales crudos preserva mejor las enzimas debido a que la cocción de los alimentos, especialmente a altas temperaturas, puede reducir la actividad enzimática y, por lo tanto, puede ser beneficioso para la digestión, la experta recalca que no siempre es así, y que la cocción también tiene sus beneficios.
Algunos alimentos se vuelven más digeribles y liberan nutrientes más fácilmente cuando se cocinan.
Hay alimentos que requieren ser cocinados para ser aptos para nuestro sistema digestivo, como es el caso de los cereales, los tubérculos y las legumbres. La cocción de estos alimentos altera su estructura celular, de forma que los nutrientes se vuelven más accesibles a las enzimas digestivas de nuestro cuerpo.
Además, algunos métodos de cocción suave, como el vapor, pueden ayudar a preservar más nutrientes que la cocción a altas temperaturas.
En resumen, si bien los alimentos crudos pueden proporcionar enzimas activas, también se pueden obtener beneficios de los alimentos cocidos. La diversidad en la dieta y los métodos de preparación pueden contribuir a una alimentación equilibrada y saludable.
La suplementación de enzimas, solo si es necesaria
En el marco de una dieta completa y equilibrada, la mayoría de las personas sanas no necesitan ingerir enzimas digestivas adicionales en forma de suplementos, ya que el cuerpo tiende a producir las cantidades adecuadas para realizar la digestión de los alimentos.
Sin embargo, en algunas situaciones específicas, «como trastornos digestivos, problemas pancreáticos u otras condiciones patológicas, podría ser recomendado el uso de suplementos de enzimas digestivas para ayudar en la digestión.
En esas situaciones anómalas, podría darse una situación de déficit de enzimas digestivas, estado que puede llevar a problemas de salud relacionados con la mala digestión y la absorción inadecuada de nutrientes.
Algunos de los problemas potenciales incluyen:
- Mala absorción de nutrientes.
- Malestar gastrointestinal: como hinchazón, gases, dolor abdominal y diarrea.
- Malnutrición.
- Pérdida de peso no deseada.
- Deficiencias nutricionales.
- Intolerancias alimentarias.
- Problemas en la piel: como piel seca, descamación o erupciones.
- Síndrome del intestino irritable (SII): como cambios en los hábitos intestinales, dolor abdominal y distensión.
En el extremo opuesto, según la experta, el exceso de enzimas digestivas puede tener varios efectos adversos y riesgos para la salud, dependiendo del tipo de enzima y la magnitud del exceso.
Entre ellos se encuentran:
- Irritación gastrointestinal.
- Diarrea.
- Desbalance nutricional.
- Intolerancias alimentarias aparentes.
- Desgaste del páncreas.
- Interacciones medicamentosas.