Al volver los días cortos y ¿cómo afecta realmente el cambio de horario a nuestra salud?

Salud

Hacia finales de marzo o de octubre nos encontramos con ese pequeño lío una noche de sábado a domingo, donde no sabemos si tenemos que atrasar o adelantar los relojes y si dormimos una hora menos o una hora más. En la madrugada del pasado sábado 29 al domingo 30 de octubre, retrocedimos de las 3:00 a.m. a las 2:00 a.m., dando así paso al horario de invierno.

La razón del cambio adaptar los horarios de actividad económica conforme a los ciclos de luz y oscuridad para favorecer el ahorro energético, algo que en estos tiempos es, sin duda, crucial.

Sin embargo, en 2018, un sondeo mostró el rechazo al cambio de horario estacional. Este sentir popular también tiene el apoyo de estudios científicos que corroboran las molestias y trastornos que todos sentimos con el cambio de horario, especialmente al de verano.

Efectos en la salud

Que el cambio de hora tiene un impacto negativo sobre la salud es indudable. Nuestro lector habitual ya conoce los ritmos circadianos y el impacto que tienen sobre toda nuestra biología: desde cómo metabolizamos los alimentoshasta la secreción hormonal.

El cambio de horario supone una disrupción de nuestros ritmos circadianos, que afecta a todo nuestro organismo.

Más allá de las implicaciones más inmediatas y manifiestas, como las alteraciones del sueño y el descanso, lo cierto es que todas las células de nuestro cuerpo tienen genes relacionados con este reloj interno.

Las implicaciones del cambio horario sobre la salud alcanzan a su relación con un mayor riesgo de infarto de miocardio o de ictus. Un metaanálisis del año 2019 reunió los datos procedentes de siete estudios y más de 115.000 personas, comparando el riesgo de infarto en las semanas posteriores al cambio de hora, frente a las anteriores como control.

El estudio encontró un riesgo de infarto un 5% mayor con el cambio al horario de verano, mientras que durante el cambio de invierno la diferencia apenas llegó al 1%.

Lo que refuerza este estudio es que el impacto del cambio al horario de verano es mayor que en el caso del horario de invierno. Puede llevar hasta cuatro semanas adaptarse tras este cambio, e incluso más con un cronotipo nocturno(búhos) frente a los que tienen el cronotipo matutino (alondras) o el mixto.

Otro estudio encontró también que la mortalidad total aumentó un 3% en la semana posterior al cambio de verano, y permaneció sin cambios durante la transición al horario de invierno.

Otro interesante análisis con información procedente de nada menos que 150 millones de pacientes de bases de datos de salud estadounidenses y suecas encontró un impacto negativo del cambio de hora, de nuevo, especialmente hacia el horario de verano.

Se estima que, cada primavera, el cambio horario resulta en 150.000 eventos de daño a la salud en EEUU y unos 880.000 a nivel mundial.

Más de un cuarto de la población mundial está sujeto a los cambios estacionales de hora, por lo que, al analizar su impacto, cualquier efecto por pequeño que parezca debe valorarse teniendo ese dato en cuenta. A estos efectos directos sobre la salud relacionados con la disrupción metabólica, añadiríamos la mayor carga de accidentes laborales y de tráfico, especialmente durante las 48 horas posteriores a los cambios de horario.