Sufrir depresión puede ser un síntoma precoz de demencia

Salud

Los expertos consultados concuerdan en la importancia de trabajar mano a mano en el abordaje de ambas patologías

De ansiedad a demencia, la historia de Remedios Ala hora de hablar de depresión y neurología, la relación es bidireccional.

Es un trastorno que afecta al cerebro, se presenta e influye de forma notable en múltiples enfermedades neurológicas y, además, es una de las principales comorbilidades asociada a ellas, ya de por sí discapacitantes.

Los trastornos mentales son enfermedades del cerebro y este, no entiende de libros de medicina, ni diferencia entre neurología y psiquiatría.

Sí, el tema mucho más complejo, pero todas estas enfermedades tienen una base cerebral que a nivel de circuitos y neurotransmisores, con independencia de que el contenido emocional de los trastornos sea distinto, la relación se da en los dos sentidos.

La depresión: precedente de algunas enfermedades neurológicas Hace años que la evidencia científica ha demostrado que la depresión puede preceder y suponer un factor de riesgo para sufrir enfermedades neurológicas.

Por ejemplo, en el informe Depresión y Neurología publicado por la SEN en el 2022 se detalla que un historial de depresión, independientemente de cuándo se haya padecido, parece

triplicar el riesgo de desarrollar párkinson. Y lo mismo sucede con la demencia. Aunque los estudios se suelen centrar en la enfermedad de Alzheimer por ser la más prevalente, el resto no son una excepción: los pacientes con historia de depresión tienen casi el doble de riesgo de desarrollarla, en comparación con aquellos que no.

Algunos autores han llegado a estimar que un 10 % de casos de alzhéimer que se producen cada año podrían ser atribuibles a la depresión.

La depresión como síntoma precoz de la demencia

Existe un grupo de personas que sufren su primera depresión cuando ya son mayores. «A lo mejor esta viene a los seis meses, uno o dos años de empezar a sufrir demencia.

Por eso ahora se considera que puede llegar a ser un síntoma precoz de la misma», indica el psiquiatra.

La explicación, aunque no está del todo clara, parece ser que «ese cerebro que se está desestructurando puede que empiece primero a dar síntomas relacionados con la salud mental y luego ya el paciente empieza a tener problemas de memoria, desorientación, etcétera»

De esta forma, el doctor asegura que aquella depresión que se presenta a lo largo de la vida se pueden considerar un factor de riesgo a acabar desarrollando la enfermedad; mientras que si esta aparece en una persona que ya es mayor, podría pasar a ser pródromo.

Con todo, los profesionales subrayan que el hecho de sufrir una depresión no siempre conlleva a ese desenlace. No es lo mismo padecerla durante un tiempo, que se prescriba un tratamiento que va bien y luego esa persona pueda hacer su vida con normalidad, a padecer este cuadro de una forma recurrente y prolongada.

Cuando se da esta última circunstancia, empiezan a concatenarse una serie de sucesos que pueden resultar claves: En una depresión crónica puede darse sedentarismo y escasa actividad física, relacionándose con factores de riesgo cardiovascular que aumentan las probabilidades de sufrir un ictus. Padecer este último incrementa, a su vez, las posibilidades de epilepsia y demencia.

Al final, se van acumulando circunstancias que agravan los síntomas que presenta la persona, empeora su calidad de vida y acaba aumentando el riesgo de presentar otras enfermedades».