Tejido adiposo mamario desempeña papel más activo en biología mamaria de lo que se pensaba

Salud

Un estudio de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai arroja luz sobre la intrincada interacción entre el tejido adiposo (grasa) mamario y la salud de los senos, y ofrece interesantes posibilidades para comprender el desarrollo de los senos, la lactancia, el cáncer y la obesidad y los trastornos metabólicos relacionados.

Los investigadores descubrieron una nueva familia de moléculas secretadas y que actúan localmente en la mama llamadas «mamocinas» que contribuyen no sólo a la biología mamaria normal, sino también a la fisiología general de las células grasas y al control del equilibrio energético.

El tejido adiposo mamario ha sido reconocido durante mucho tiempo por su papel esencial en la biología mamaria.

Consta de muchos tipos de células diferentes, incluidas células grasas (adipocitos), células inmunitarias, fibras nerviosas simpáticas y células epiteliales mamarias que forman un sistema de conductos productores de leche. Los adipocitos mamarios desempeñan funciones importantes en la organización de los conductos mamarios y lo contrario también ocurre.

Los nuevos estudios revelan un papel inesperado de las células ductales activadas por nervios en el metabolismo de los adipocitos mamarios y la generación de calor.

Estas mamocinas secretadas por los conductos mamarios desempeñan un papel importante en el control de la abundancia de grasa de la glándula mamaria y podrían potencialmente orquestar procesos críticos implicados en el desarrollo de los senos, la lactancia y la regulación metabólica general de todo el cuerpo.

Por tanto, los hallazgos tienen implicaciones importantes para el cáncer de mama, los trastornos relacionados con la lactancia, la salud del recién nacido y los síndromes metabólicos relacionados con la disfunción adiposa mamaria.

Actualmente, el equipo de investigación se centra en trabajar para identificar más nuevas mamocinas y caracterizar cada una de ellas. Su objetivo principal es descifrar las funciones precisas de estas mamocinas y determinar si regulan la homeostasis sistémica de la glucosa y la insulina a través de la comunicación con el cerebro, el hígado y el páncreas.

Además, el equipo está explorando posibles aplicaciones terapéuticas para enfermedades relacionadas con la mama y el metabolismo.

«Este trabajo es muy prometedor para futuros avances en la salud de la mujer y la investigación metabólica y el desarrollo de estrategias de tratamiento personalizadas basadas en perfiles de mamocinas», afirmó Andrew Stewart, MD, director del Instituto de Diabetes, Obesidad y Metabolismo de Icahn Mount Sinai.