Un golpe de realidad

Columnistas

Juan Eduardo Fernandez «Juanete»

Esta semana iba a escribir un artículo de Leonardo Favio, ese maravilloso cantante, compositor, actor, músico y cineasta argentino. Pero la realidad de esta ciudad que lastimosamente se parece cada vez más a mi maltrecha Caracas, me hizo dar una vuelta de timón. 

La mañana del lunes 3 de abril de 2023 un suceso movilizó a los conductores de colectivos del conurbano bonaerense: El conductor de colectivo (autobús) Daniel Barrientos, quien trabajaba en la línea 620 del Barrio Virrey del pino, fue asesinado por dos delincuentes que abordaron la unidad para robar a los pasajeros. Según testigos, uno de los ladrones sin mediar palabra, le disparó en el pecho al hombre de 65 años, quien estaba por jubilarse. 

Últimamente para la sociedad argentina, este tipo de hecho se han vuelto cotidianos. Daniel es el tercer conductor de colectivos asesinado en los últimos 5 años. Es por eso que los compañeros del chofer decidieron cortar la Autopista General Paz y Ruta 3, como medida de protestar para pedir al gobierno que les brinde seguridad.

¿Qué hizo el gobierno? Bueno, acá comienza el drama: Al ser Argentina un país federal, comienzan a tirarse las culpas los funcionarios de la provincia de Buenos Aires, y los de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Y mientras los funcionarios se señalan unos a otros, el ciudadano común queda a merced de los maleantes. 

Pero hoy, además del terrible asesinato de Daniel, la noticia del día fue los golpes recibidos por el ministro Sergio Berni. Berni, quien se ha vendido como una especie de Rambo, acostumbra llegar en helicóptero a los focos de conflicto, y arma una especie de show, donde desempeña su rol de mediador. Aunque el día de hoy este papel llegó a su fin.

¿Cómo es posible que un ministro de seguridad sea golpeado por manifestantes? Tanto las lecturas como las opiniones son muchas, pero la que cobra más fuerza es el hastío de la gente. Según algunos testigos, el incidente con el ministró ocurrió cuando Berni les pidió a los manifestantes que liberaran la ruta, prometiéndoles cámaras de seguridad, y más presencia policial. Pero esto en lugar de calmar las aguas, fue como un detonador. La razón: Hace algún tiempo el ministro había prometido brindar las mismas soluciones a estas mismas personas. Por lo que, al sentirse burlados, apelaron a la violencia. 

Naturalmente la violencia es injustificada, no se le puede pegar ni a un ministro ni a nadie, pero tampoco deberían asesinar a nadie… En fin, el puñetazo que le dieron a Berni, no sólo lo recibió el ministro, sino también la clase política de Argentina, que recibió un “un golpe de realidad”. 

Tras el incidente, el presidente Alberto Fernández decidió suspender un acto el conurbano, y el gobernador de la provincia Axel Kicillof, trató de convencer al Sindicato de Colectivos para que suspendieran un paro, al que se sumaron la mayoría de las líneas del oeste de la provincia, pero las gestiones de Kicillof no tuvieron éxito. 

El mensaje es claro: La gente en Argentina está cansada de todo, ya no le creen a ninguno, sean del partido que sean. Mucho me temo, que la frase “que se vayan todos” tan escuchada cuando el corralito de 2001, se volverá a poner de moda.

Ojalá los políticos entiendan de una vez por toda, que son funcionarios públicos, es decir, están al servicio de la gente. Solo espero que la inseguridad bajé, y no pase como en mi maltrecha Caracas. En momentos como estos siento que los que migramos, solo nos cambiamos de camarote, pero continuamos en el Titanic.