Tanto la alimentación como el descanso son claves para liberar el estrés que el organismo sufre cada día y así poder resetear el cuerpo para que esté perfecto al día siguiente y preparado para empezar a funcionar, por ello, dormir pocas horas o dormir mal y no tener un sueño reparador, puede afectar directamente a nuestra forma de alimentarnos.
Si no dormimos bien y, por tanto, no reseteamos el cuerpo, experimentamos una sensación de malestar emocional que nos empujará a comer alimentos de mala calidad y en mayores cantidades.
Esto ocurre, además de por el cansancio emocional tras una mala noche, porque está comprobado que las hormonas responsables de la saciedad (ghrelina = hambre, leptina = saciedad) no funcionan como deberían. Se produce un desequilibrio entre ellas, así, se segrega más ghrelina y menos leptina y, por tanto, se produce más sensación de hambre de la normal, con un descenso en la saciedad, lo que hará comer más cantidad de comida.
Además, también se ha visto, que dormir poco nos lleva a querer comer cosas que sean más calóricas y grasas, ya que estas sacian más, produciendo así mayor riesgo de obesidad porque estos productos no suelen ser los más saludables.
Como hemos visto, cuando se duerme poco, el cuerpo tiene mucho más difícil controlar qué se come y cuánto se come. Es decir, que las horas de sueño no sólo pueden alterar la cantidad sino también la calidad de lo que comemos o tenemos ganas de comer.
Por todo ello, es importante que si queremos lograr una alimentación saludable y equilibrada todos los días, tengamos un descanso suficiente cada día, alcanzando las 6-8 horas de sueño cada noche de manera profunda y reparadora.
Ya sabemos que el descanso influye en lo que comemos y que, por ello, debemos cuidar las horas de sueño y descanso de cada día, pero además, lo que comemos también va a afectar al descanso nocturno.
Esto es que, como sabemos, si realizamos cenas copiosas, pesadas y que no favorecen la digestión, así como si comemos mucho justo antes de ir a la cama, no lograremos un buen descanso, y este mal descanso afectará a lo que vayamos a comer al día siguiente, encerrándonos así en un círculo del que realmente deberíamos salir para cuidar nuestra salud a nivel general.
Entonces, la cena se convierte en primordial, así que intentar hacerla de forma saludable cuidando los alimentos que se ingieren y su cantidad, para descansar bien y así, lograr una alimentación equilibrada y saludable y además llegando a nuestros puntos de saciedad diarios y sin distorsión.
De esta forma, descanso y alimentación como bien hemos visto van muy relacionados, así que no te olvides de uno si quieres mejorar el otro.