Algunos de los riesgos de tener insomnio y problemas para dormir

Salud

Dejando de lado la lógica básica y banal, que nos dice que dormir bien es bueno y, claro, dormir mal es malo, el proceso de descanso (principalmente) nocturno es esencial, no solo para nuestro cerebro, sino para todo el cuerpo, y no cumplirlo como es debido puede acarrear consecuencias severas. 

Así lo acaba de afirmar un nuevo estudio publicado en Neurology, la revista científica de la Academia Americana de Neurología en EEUU.

Según explican, aquellas personas con síntomas de insomnio, como dificultad para quedarse dormidos, mantener el sueño o no despertarse demasiado temprano, tienen un riesgo elevado de sufrir un accidente cardiovascular, sobre todo si son menores de 50 años de edad.

Existen una multitud de terapias que pueden ayudar a la gente a mejorar la calidad de su descanso y de su sueño.

Es por esto que determinar cuáles de los problemas relacionados con el insomnio pueden llevarnos a tener un riesgo mayor de sufrir un accidente cardiovascular puede empujar a la gente que los padece a buscar ayuda cuanto antes, ya sea gracias a tratamientos psicológicos o a terapias médicas o de comportamiento.

Esto puede contribuir a reducir la cantidad de infartos que la gente sufre en etapas más avanzadas de su vida.

Para llevar a cabo el estudio, se analizaron los datos de un grupo de población de 31.126 personas, con una media de edad de 61 años. La única regla para formar parte del estudio científico era que los participantes no hubieran tenido episodios de accidente cardiovascular en el pasado. 

En múltiples ocasiones, durante el desarrollo de la investigación, se les realizaron a los participantes cuatro preguntas: 

  • ¿Cada cuánto sientes que tienes problemas para dormir?
  • ¿Te despiertas a menudo a media noche?
  • ¿Te despiertas por la mañana mucho antes de lo que tenías planeado?
  • ¿Eres incapaz de volverte a dormir una vez te has despertado?

En base a las respuestas de los participantes, se les ponía una nota comprendida entre el cero y el ocho, siendo esta última la que reflejaba unos síntomas de insomnio más severos.

El estudio científico se ha llevado a cabo durante un periodo de 9 años, en los que, además de las preguntas anteriormente mencionadas, se ha realizado un seguimiento exhaustivo de la salud de cada una de esas 31.126 personas.

Es gracias a esto que los investigadores observaron, casi de primera mano, un total de 2.101 casos de accidente cardiovascular en el grupo de estudio. 

Una vez llegados a este punto, era necesario saber dar un paso atrás para dotar de un contexto correcto a la investigación.

Otros factores determinantes en el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares y que pueden afectar sobremanera a la fiabilidad de los datos pueden ser el consumo de tabaco o alcohol, o los niveles de actividad física o sobrepeso.

Una vez incluidos estos factores en el cálculo, el doctor y su equipo determinaron que las personas con una nota del 1 al 4 (cuanto más alta sea esta, peores son los síntomas) tienen un 16% más de riesgo de sufrir un accidente cardiovascular comparado con aquellos que puntuaron 0.

De los 19.149 participantes en el estudio que lo padecían y sacaron entre un uno y un cuatro, 1.300 tuvieron un infarto o ictus.

De los 6.282 sin insomnio de ningún tipo, solo 365 sufrieron accidentes cardiovasculares, y de los que obtuvieron entre un 5 y un 8 (un total de 5.695 participantes), 436 tuvieron infartos, lo que supone un aumento del 51% en el riesgo. 

Como si estos datos no fueran preocupantes por sí solos, hay otro que lo es más todavía: los efectos del insomnio y su correlación con los accidentes cardiovasculares es más peligrosa si quien los padece tiene menos de 50 años de edad. En estos casos, el riesgo se multiplicaba por cuatro.

A pesar de estos datos, esta diferencia en el riesgo entre estos dos grupos puede que se deba a la mayor prevalencia de los infartos en individuos de más edad.

La lista de los factores de riesgo de este tipo de enfermedades, como puede ser una tensión sanguínea elevada o la diabetes, aumenta según la gente se hace mayor, siendo el insomnio solo uno más en esa interminable lista.

Esta chocante diferencia puede sugerir que hacer frente al insomnio desde etapas tempranas de nuestra vida puede ser una estrategia efectiva para la prevención de algunas enfermedades cardiovasculares.